—Pero... —Otra chica miró a Gong Zeli y dijo—. Es tan guapo... es perdonable que tenga algunos defectos de personalidad, ¿verdad? Si pudiera casarme con él, no me importaría que me golpeara unas cuantas veces.
—... Eres un caso perdido.
Gong Zeli ya estaba acostumbrado a recibir miradas y a ser el tema de conversación de la gente alrededor. No se molestaba en mirar a las mujeres. En cambio, estaba concentrado en los vasos vacíos en la barra del bar.
Estaba furioso. —¿Bebiste? Shen Rou, ¿quién te permitió venir al bar sola y tomar tantas copas por tu cuenta?
—Zeli, ¿por qué estás aquí? —Shen Rou se dio vuelta lentamente.
Se quedó atónita por un momento al ver lo enojado que estaba. Pero pronto sonrió y dijo:
— Llegaste justo a tiempo. Es tan aburrido beber sola, ven y únete a mí.
—¿Lloraste? —Gong Zeli frunció el ceño al ver sus ojos rojos e hinchados.
No quería preguntar quién la había molestado.
Solo una persona era capaz de hacerlo.