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—¿Me mentirás en el futuro, entonces? —Qiao Mianmian todavía no estaba demasiado satisfecha con su respuesta y por eso le preguntó con una mirada severa.
Creía que sonaba feroz, pero para Mo Yesi, parecía adorable.
El hombre la miró con cariño.
—No volveré a mentirte.
—¿De verdad?
—Sí.
—¿Lo prometes?
—Amor, ¿cómo quieres que te prometa para que me creas?
Qiao Mianmian pensó un poco.
—Promete que no vas a mentirme otra vez. Si rompes esta promesa, no te hablaré durante una semana.
Mo Yesi se quedó sin palabras.
Eso era un castigo bastante extremo para él.
Frunció el ceño durante un rato pero finalmente cedió.
—Está bien. Te lo prometo.
—¿Estás realmente bien ahora? —Qiao Mianmian miró su rostro ligeramente pálido—. ¿No necesitas ir al hospital para que te revisen? No estamos lejos de uno, deberías ir a hacerte un chequeo.
—Estoy bien ahora. —Mo Yesi agarró su mano y la besó en la frente—. Soy médico, conozco mi cuerpo mejor que nadie. Vamos, salgamos.