Ella le hizo un regalo tan caro e incluso consiguió sus lirios favoritos.
Era evidente que se había esforzado por esto.
Además, sabía cómo utilizar las palabras correctas. Aunque la Madre Su no le tomó cariño de inmediato, su impresión de ella habría mejorado.
Su actitud hacia Qiao Anxin era mucho mejor ahora. Sonrió y dijo:
—Niña, has puesto mucho esfuerzo. No sigas de pie aquí. Ven y toma asiento. Rápido, prepara algo de té para la señorita Qiao.
Qiao Anxin sonrió mientras una traza de autocomplacencia aparecía en sus ojos.
Se sentó frente a la Madre Su y dijo amablemente:
—Gracias, tía.
Su Ze esperó a que ella se sentara antes de tomar el asiento a su lado.
Estaban sentados muy cerca el uno del otro.
Aunque estaban en sofás separados, parecía como si compartieran uno.
La Madre Su vio eso y la extraña sensación volvió a surgir en su interior.
Había otros asientos.
¿Por qué Su Ze eligió justamente ese tan cercano a Qiao Anxin?