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Chu Yichen actuó como si no hubiera escuchado nada y continuó trabajando como si no quisiera que nadie lo molestara.
Li An'an se acercó más.
—Ja, señor Chu, nos encontramos de nuevo. ¿Puede oírme? —Se rió con sequedad.
Era bueno que Chu Yichen la hubiese puesto en su lugar, no tenía más remedio que tragarse su orgullo. Estaba dispuesta a sufrir por el bien de Baobao.
Finalmente, Chu Yichen levantó la vista y se encontró con su mirada.
Li An'an no podía soportar la mirada de Chu Yichen. No tenía suficiente confianza y se sentía culpable.
—¿No estabas llena de coraje? ¿Por qué te presentas frente a mí de nuevo? —Chu Yichen dejó el bolígrafo dorado que sostenía y ajustó su postura para estar cómodo. Observó a Li An'an.
Li An'an se sonrojó.