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Por la noche
Li An'an llevó a Junjun y Jùnjùn a casa. La fiebre de Baobao había disminuido, pero ella no tenía apetito. Hizo porridge para la niña y le añadió un poco de azúcar.
—Mamá, ya estoy bien. En el futuro te haré caso y no comeré demasiado helado —Li Baobao hizo un puchero, mirando culpable.
—Está bien. Mamá no te cuidó bien. Yo estoy equivocada.
Los tres niños ya eran muy obedientes. Eran mucho más sensatos que sus compañeros. Ella estaba muy contenta, pero no importa cuán sensatos fueran, aún eran solo niños. No se podía pedir demasiado.
—Hermano, ¿fue bien la grabación hoy? —preguntó Li Baobao. Ella podría haber ido a verlo, pero debido a su fiebre, no pudo estar allí para animar a su hermano.
Li Junjun le entregó a Li Baobao el molinillo que la maestra del jardín de infantes le había dado y besó su pequeño rostro.
—Fue muy bien. No te preocupes por mí. Mejórate pronto, ¿vale? —Li Junjun sonrió a su hermana.
—Vale.
