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No es de extrañar que, cuando le dijo al viejo maestro que el tratamiento de la viuda había terminado —él gritara sorprendido—. No es de extrañar que se apresurara a llegar cada vez al mediodía. Ella había pensado que el viejo maestro estaba profundamente enamorado de ella y había venido a verla. ¡Ahora sabía que había venido a ver a la viuda!
No es de extrañar que cada vez que se apresuraba a llegar emocionado, ni siquiera la acompañara a almorzar y se marchara a toda prisa. Resultó que era porque la viuda se había ido que él había perdido el interés.
Cuanto más pensaba Liu Wangshi, más convencida estaba. Todas las cosas extrañas que antes pensaba que eran excusas, ahora podía unirlas todas.
En este momento, sentía como si su corazón estuviera hirviendo en aceite caliente y su cuerpo quemándose por un fuego furioso. Su corazón estaba desgarrado y lleno de agujeros, y realmente quería abalanzarse sobre Mo Ruyue y rascarle la cara.