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Al oír la voz descontenta de Ming Sihan, Mo Ruyue temía que este hombre le quitara los zapatos y se los lanzara a Ling Shoumo.
Esa escena ya estaba en su mente.
—¡Estoy hablando con Ruyue, no contigo! —Ling Shoumo respondió.
La atmósfera entre los dos de repente se volvió tensa y llena de pólvora.
—Ling Shoumo, ¿estás buscando la muerte? —¡Te estás metiendo en asuntos ajenos!
Tan pronto como liberaron sus auras, ráfagas de viento frío soplaron instantáneamente a su alrededor.
Mo Ruyue lo vio y pensó que no era bueno.
Cuando los inmortales peleaban, los pequeños fantasmas sufrirían.
Rápidamente se levantó y dijo:
—Deberían parar, ustedes dos. No la arrastren a ella a esta guerra.
El viento frío que los rodeaba se detuvo instantáneamente siguiendo las palabras de Mo Ruyue.
—Ruyue, me iré primero —dijo Ling Shoumo a Mo Ruyue—. Vete, vete.
Mo Ruyue agitó su mano impaciente. Este tipo no debería haber aparecido aquí.