—Esperaré a la señora Qin aquí. La traje conmigo, así que tengo que asegurarme de llevarla de vuelta sana y salva
Tío Liu negó con la cabeza como si no entendiera lo que decía el alguacil Liao.
—Está bien, tío Liu. Deberías ir a descansar bien. Me temo que no seré capaz de terminar mi trabajo en poco tiempo. Es inevitable que la gente se dé cuenta si una carroza como esta se queda aparcada frente a la oficina de gobierno
Mo Ruyue también tomó la iniciativa de persuadirlo.
No le importaba entrar en conflicto con estos alguaciles y constables porque tenía los medios y el capital para protegerse. Pero para tío Liu, como un ciudadano común, si ofendía a alguien bajo la apariencia de un oficial, normalmente no tendría un buen final.