—¿Si no me quedo a tu lado y hago todo por ti, no podrás vivir? —Mo Ruyue finalmente habló. Aunque sus palabras eran simples, eran inusualmente agudas.
—No, no quería decir eso, pero Señora Qin, usted salvaría a la gente hasta el final y enviaría a Buda al oeste. ¡Al menos muéstrenos un camino para seguir viviendo!
—Ahora no podemos entrar en la base, y no hay un lugar mejor cerca. Ni siquiera tenemos comida que comer. ¿No es acaso cierto que lo único que nos espera al final todavía es la muerte? —La mujer de mediana edad se sintió un poco culpable al principio, por lo que su voz era muy suave. Sin embargo, a medida que hablaba, parecía que había ganado confianza, y su voz y expresión se volvieron agresivas.
—Entonces, según lo que dices, ¿debería haberte dejado a tu suerte desde el principio para que pudieras morir y reencarnar lo antes posible, verdad? —Mo Ruyue todavía solo dijo una frase, pero esta frase pesaba diez veces más que antes.