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—Señora Qin, a menudo escucho a Tang Tang decir que su habilidad manual es excelente. No sé si tendría la oportunidad de pedirle consejo —dijo la esposa de Lin Zhiyuan, quien también era una mujer extremadamente gentil y hermosa. Se decía que provenía de una familia estudiosa de las tierras junto al agua de Jiangnan. Su voz suave y dulce era como una brisa primaveral y uno no podía evitar tener una buena impresión de ella.
—Claro, cuando Tang Tang venga mañana, le pediré que traiga la receta que he escrito. Mientras no le importe —respondió Mo Ruyue, quien también tenía una buena impresión de esta pareja.
Ambos eran igualmente talentosos, gentiles y discretos. Ambos provenían de buenos antecedentes y podrían vivir una vida más rica en la ciudad, pero estaban a gusto en este pequeño pueblo y vivían en armonía con los aldeanos como iguales.