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No esperaba escuchar a su hermana diciéndole a Mo Ruyue que se perdiera tan pronto como llegó a la puerta. Esto lo asustó y de inmediato la regañó.
Se había tomado tantas molestias para invitar a Mo Ruyue a tratarla. Ahora, debido a esa frase, todos sus esfuerzos iban a ser en vano. ¿Cómo no iba a estar enojado?
—Joven Maestro, debería dejar sus palabras para que las escuche su hermana. Todavía tengo otros pacientes que ver, así que tendré que dejarlos por ahora —dijo Mo Ruyue.
Mo Ruyue no tenía intención alguna de darle a Bai Shiyuan ni la más mínima consideración. Cosas como entender las emociones del paciente y demás no existían para ella.
Si el niño endemoniado quería hacer un berrinche, pues que lo hiciera con sus parientes y sirvientes. Ella solo era responsable de tratar la enfermedad, no de cuidar del niño.