—Anciana, ¿qué estás diciendo? Hoy es un buen día. No menciones esas cosas triviales —Tío Liu le recordó desde el lado, pero Mo Ruyue dijo indiferente:
—Tío Liu, ¡estoy bien! La tía también está feliz. Hoy es un buen día, así que todos deben estar felices.
Cuando Tío Liu escuchó esto, asintió repetidamente con la cabeza.
No sabía si era su ilusión, pero la Señora Qin de hoy parecía ser extremadamente cálida y amable. En el pasado, incluso si la relación entre las dos familias era buena, siempre había sido un poco indiferente e inalcanzable. Pero hoy, incluso sus palabras eran extremadamente gentiles y amables.
Aunque a Mo Ruyue no le importaba, Tío Liu no quería que su esposa hablara del pasado. Se inventó una excusa para ir a revisar el carruaje y se fue con la Tía Liu.
Si no recordaba mal, la Señora Qin todavía tenía algo que decirles a los bebés. Ellos eran forasteros, así que era mejor no unirse a la diversión.
