Los bebés se calmaron de inmediato. Sabían que su madre había descubierto sus pensamientos y sentían las orejas un poco calientes.
Tang Tang abrazó en silencio el brazo de su madre con fuerza, pero no esperaba que su madre le jalara el brazo. Justo cuando sintió su corazón vacío, fue arrastrada hacia un cálido abrazo.
—Algún día, todos vosotros creceréis y viviréis la vida que queréis. Tendréis vuestras propias familias, pero mientras nuestros corazones estén unidos, nada podrá separarnos.
—Quizás ahora no lo entendáis, pero a medida que crezcáis y experimentéis más, tendrán una comprensión nueva y constante de esta frase.
—No temáis a la separación, porque la separación es el principio del próximo reencuentro, ¿verdad? —Los bebés no respondieron, pero Mo Ruyue pudo ver en sus ojos un destello de reflexión. No importaba lo que cada uno de ellos pensara sobre lo que acababa de decir, Mo Ruyue sentía que ya había dicho lo que quería decir.