Ahora, cada vez que estaba de guardia, el Salón Huichun se llenaba de flores por dentro y por fuera. También había personas que enviaban canastas de fruta, pasteles y comida deliciosa. Había incluso quienes sostenían pancartas y agitaban una banderita con el nombre de Mo Ruyue para animarla.
Esta escena le recordaba el comportamiento fanático de sus seguidores en su vida anterior. Lo que no tuvo la oportunidad de experimentar en aquel entonces ahora se compensaba.
Muy pronto, llegó la respuesta del magistrado. Estuvo de acuerdo con todas las condiciones de Mo Ruyue, y sus condiciones seguían siendo las mismas.
Primero, tenía que curar completamente a su hija. Segundo, tenía que mantenerlo en secreto y no permitir que se filtrara ninguna noticia.
Le entregaría los minerales que necesitaba en un lugar secreto, pero lo que el magistrado quería saber era cómo ella podría refinar estos minerales en metal sin herramientas profesionales de fundición.