—No me provoques. Mejor vuelve y lávate el cerebro a ver si sigues mareada. Si vuelves a causarme problemas, lucharé contra ustedes uno por uno. Si viene un grupo, iremos todos juntos al gobierno —dijo ella.
—Tienes que saber que a los oficiales no les importan los rencores personales entre la gente común. Si es un grupo de personas, sería un alboroto —comentó con seriedad.
—No me importa qué tipo de pensamientos atrasados tengáis hacia la familia Guan y hacia mí, pero mejor vuelve y mira qué caras tan feas tenéis. Si piensas que puedes venir a causar problemas de nuevo, no le haré caso a nadie —amenazó con firmeza.
—¿Quieres que todo el pueblo me insulte? —preguntó con incredulidad.
—Os insultaré a todos de vuelta. No me importa lo que digáis. No importa lo que penséis, no es asunto mío. Si pasa algo, id a los oficiales. Si no estás sobrio, pide a los oficiales que te ayuden a aclarar la mente —declaró sin tapujos.