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—Era intimidante y subconscientemente aterrador. Los relámpagos aún se esparcían por todas partes, y finos rayos de relámpagos verdosos-morados parecían nadar en el aire circundante. En ese momento, Ye Lulu, que estaba de pie no muy lejos de Guan Chibei y el hijo mayor, vio descender del cielo el rayo verdoso-morado. Sus ojos se abrieron de par en par y quedó atónita.