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Sin embargo, en ese momento, enfrente de ellos se encontraba la posada más grande de Ciudad Yuan. Había un sirviente en esa posada que accidentalmente vio el fuego en el callejón. Precisamente por la oscuridad, era más llamativo.
El sirviente caminó para averiguar qué estaba pasando.
La voz sacudió al Doctor Amable y lo despertó. Miró hacia atrás y vio a unos cuantos sirvientes acercándose en la oscuridad.
Por supuesto, no podía ser descubierto.
La expresión del Doctor Amable se tensó. Inmediatamente se levantó y miró al perro cuyos párpados comenzaban a quemarse. Sus cuatro patas aún no se habían quemado. El Doctor Amable temía que otros descubrieran que había un perro torturado allí. Simplemente recogió al perro salvaje y giró para escapar del callejón.
Todavía se encontraba a cierta distancia y conocía bien las casas de Ciudad Yuan. Mientras corriera rápido, esos sirvientes no podrían alcanzarlo.