—Ya no quiero la flor. Baja —la hermana se paró bajo el árbol y dijo preocupada—. Se volteó y fue a preparar un taburete para encontrar la manera de bajar al niño.
Sin embargo, el niño todavía estaba asustado y atolondrado. Un alboroto caótico entró en la casa.
Cuando la mujer que servía la papilla escuchó los gritos del niño en el patio, su rostro se ensombreció. Su aura era extremadamente feroz. Maldijo a los 'cobradores de deudas' y se giró para salir de la casa.
Cuando la mujer vio la escena de pánico en el patio, aspiró profundamente y pisoteó fuerte. Avanzó con una expresión feroz y pateó el árbol. Rugió enojada:
—¡Maldita sea, cosa problemática!
La mujer estaba furiosa. Su patada hizo que todo el árbol de melocotón se sacudiera violentamente. El niño, que ya aferraba al tronco del árbol nerviosamente con las piernas temblorosas, se balanceó aun más y casi salió volando.
La chica exclamó.