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—El tono de Nangong Yupiao era indescriptible —dijo—. Era un poco ligero, un poco expectante y un poco reservado.
—Ella detuvo sus pasos —relató—. Ye Lulu se paró al lado de Guan Chibei. Guan Chibei miró a Nangong Yupiao y la reconoció. Su expresión era tranquila cuando dijo:
—Recuerdo —dijo él—. ¿Qué sucede?
—Nangong Yupiao quería decir algo pero dudó. Dijo:
—Tú me recuerdas... Yo... Quiero agradecerte —tartamudeó ella—. Después de todo, salvaste mi vida. Lógicamente hablando, debería agradecerte...
—No es necesario —dijo Guan Chibei brevemente.
—¿Cómo... cuál es tu nombre? —Nangong Yupiao lo soltó de repente—. Aún no conozco tu nombre.
—Ya sabía el nombre de Guan Chibei, pero aun así fingió no saber —continuó—. Abrió mucho los ojos y miró a Guan Chibei:
—Salvaste mi vida —dijo ella—. No puedo ignorar tu nombre.
—No hace falta —dijo Guan Chibei—. No fue nada.