—Señorita, usted tiene un cuerpo precioso. Esta Ciudad Yuan es solo tan grande. Aun si compra un patio, no puede comprar nada bueno. La mejor posada está bien. Señorita, ¿por qué no lo tolera? —dijo Yue'er.
La mujer parecía estar de acuerdo un poco y dijo:
—También está Primo. Esa Qin'er también... Escuché de la Segunda Tía que ahora le gusta comer... ¿albóndigas de pescado? Incluso dijo que las hacían los aldeanos en las montañas. ¡No sé siquiera qué tipo de pescado usan! ¡Oh cielos! ¿Está loca la Segunda Tía? Que no sabe qué tipo de pescado es eso. ¿Cómo se atreve a dejar que Primo coma esas cosas?
—Son hechas por gente de las montañas... ¿Quién sabe si hay algo sucio adentro...? —respondió otra persona.
Cuando la joven señorita pensó en cómo los agricultores recogen excremento, su rostro se puso pálido y casi vomitó.
—Es realmente... ¿por qué la Segunda Tía está tan confundida? ¿Es realmente porque ha estado fuera tanto tiempo...? —dijo con desdén.