Tome al Mayordomo Howard y a Tía Evans con la posesión de dos casas en Belford: esto ya es un logro muy superior comparado con los locales que luchan por llegar a fin de mes.
Además, suelen traer numerosos regalos nutritivos a la mansión familiar.
Los dos ancianos no pueden consumir todo por sí mismos.
Esos alimentos podrían caducar fácilmente si se guardan por mucho tiempo.
Los ancianos no serían tacaños y naturalmente lo darían a los que trabajan en la mansión.
El Mayordomo Howard y Tía Evans no escasean de estos.
No necesitan siquiera gastar su propio dinero para comprarlos.
Las ofrendas de la generación mayor son suficientes para ellos.
La situación es la misma en la casa del Tercer Viejo Maestro Zhekova.
Sin embargo, la satisfacción y la templanza a menudo dependen del individuo.
Algunos son avaros, no importa cuánto obtengan, nunca están contentos.
Siempre quieren más.
El exceso puede ser compartido con su propia familia o vendido con beneficio.
