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Chapter 72 - ¿Qué buscan?

- Los caminos de la vida … no son los que …

- Oye, apresúrate.

Eran las voces que se escuchaban dentro de los baños comunales dentro de la residencia donde vivían los sirvientes de la actual casa que gobernaba el marquesado Gutiérrez, los Rufasto.

- Ya no dejan ser feliz a uno … ¿Tenemos cambio de ropa?

- … Sí, parece que hay uniformes de obreros de talla estándar en el almacén. - respondió Aren.

- … ¿Son iguales a las que teníamos antes?

- Sí, aunque también vi otro diseño.

- Bueno, al menos hay para escoger. - comentó Glen.

Terminado su baño, aquel par se dirigió con cautela al almacén de aquella residencia, afortunadamente no había casi nadie dentro de las instalaciones, pues todos los sirvientes al parecer estaban trabajando.

- … Parecen trajes de mayordomo … - comentó Glen al ver aquel otro tipo de ropas.

- … Parece que ya tienen nombres algunos … utilicemos los que están libres.

- Ok … Una pregunta, ¿acaso no nos reconocerán cuando salgamos? Además, no he visto que haya cámaras de seguridad aquí … espero que sea igual en la mansión.

- … Si alguien pregunta … somos nuevos trabajadores …

- Mnm … no creo que se la crean. - respondió Glen pensativo.

- Yo sí … cuando entramos, pude fijarme en la entrada un cuarto de oficina que tenía un almanaque garabateado …

- ¿Y?

- Al costado decía que hace dos semanas ingresaba nuevos trabajadores.

- Oh …

- Además, mencionaban que los turnos laborales son dos: de lunes a jueves y de viernes a lunes. Seguramente hay bastante rotación de personal, eso nos puede ayudar a pasar desapercibido. - explicó Aren.

- … Puede ser …

- Algo curioso que vi es que este lugar solo puede llegar a hospedar a 12 personas … supongo que actualmente hay diez sin contar a los que tiramos en el camión de basura.

- ¿Tiramos? … Eso sueno feo, en varios sentidos.

Aren suspiró.

Al terminarse de vestirse, las apariencias de Aren y Glen parecían pulcras y profesionales.

- … Oye, átate el cabello.

- Ah, sí … un momento. - respondió Aren.

Mientras que, con una liga de cabello, el joven trataba de arreglarse, él preguntó.

- Glen … pareciera como si estuvieras acostumbrado a estas cosas o, si no, ¿Cómo es que mantienes la calma aún ahora?

- … Bueno, he tenido mis luchas antes … se podría decir que ya no me siento nervioso por cosas como estas, sino que son entretenidas. Además, la vida es solo una; no hay que perder oportunidades de aventuras como estas; prefiero esto que estudiar.

«¿Acostumbrado? … Supongo que esto no está al nivel de lo que sucedió en aquel tren … O tal vez él es de las personas que no piensan mucho en el futuro o en los resultados. ¿Cómo era que llamaban a ese tipo de personas?» pensó Aren.

- Entonces … decías que buscabas una flor, ¿no es así? ¿Qué tipo de flor? - preguntó Glen un poco serio.

- … Una similar a una Dendrophylax lindenii.

- … En español, por favor.

- La forma de la flor que busco es similar a una orquídea fantasma, pero sus pétalos son de color morado fosforescente.

- … ¿Tienes una imagen de eso? Porque no tengo ni idea a lo que te refieres.

De repente, Aren sacó su teléfono y le mostró a Glen cierta imagen. Era la foto de aquella flor en términos generales, solo era para darse una idea de cómo era la forma.

- ¿Morado fosforescente? … No creo que sea difícil de distinguir. Ahora quisiera saber algo más … ¿Por qué buscas eso? - preguntó Glen con tal seriedad que sorprendió un poco a Aren.

- … El niño, Marcelo, en sus últimos momentos, me comentó que había dejado algo atrás … algo peligroso y quería que no dejara que lo utilizaran … no se exactamente, pero realmente mostró una preocupación por desaparecer esa flor …

- ¿No sabes para que sirve eso? … ¿Realmente todo esto lo estas haciendo por la petición de ese niño?

- No es solo por él … sino por lo que puede pasar en el futuro … Además, también soy como tú, no desperdició la oportunidad de una buena aventura.

Glen quedó algo impactado por tal confesión y, luego, sonrió.

- Bueno, entonces qué esperamos …

Los dos jóvenes salieron de la residencia de los sirvientes rumbo a la mansión.

En una habitación de la mansión, donde estaba todo ordenado y decorado acogedora y elegantemente, se encontraba una niña con su mascota.

- Ozu … ¿me lo habré imaginado? … Sentí como si hubieran hablado a mis espaldas en el jardín … - decía Charlotte mientras acariciaba al husky.

Acercándose a la ventana que daba con el jardín, la niña parecía pensativa.

«Mi padre y hermano parece que estarán ocupados todo el día … y mamá se ha ido a visitar a sus amigas nuevamente … creo que me quedaré sola todo el día otra vez … como me gustaría salir y hacer amigos …»

Al ver la niña como su aquella querida mascota se acercaba a ella como si entendiera su pena, la niña sonrió tristemente.

De repente, la niña fue hacia su cómoda y, sacando algunas prendas, una fotografía fue lo que sostuvo en sus manos.

Aquella imagen mostraba la figura de dos personas; una joven mujer de unos 15 años de edad de cabellos dorados y ojos azules quien estaba parada al lado de un asiento de cuero ocupado por un hombre con apariencia de unos 45 años de cabello castaño claro y mirada serena.

La niña se quedó mirando por un rato aquella fotografía.

Frente a la puerta de la mansión, se encontraban dos sirvientes quienes parecían no saber ni como abrir la puerta, pues no tenía manija exterior.

- ¿Y ahora? … ¿No habrá una clave secreta o algo? 

Aren miró con decepción a Glen.

- ¿Qué? ¿Por qué me miras así de feo?

- ¡Oigan! ¡¿Qué hacen holgazaneando ahí?! - exclamó un mayordomo que pasaba cerca de la puerta.

Aquel par no sabía que decir.

- Mnm … ¿? … Ustedes deben ser … los nuevos. - fue lo que dijo aquel viejo mayordomo quien parecía inspeccionarlos con una mirada juzgadora.

Como si fueren maniquís siendo vistos por el público, Aren y Glen no dijeron ni una palabra ni se movieron.

- Sobre todo tú … pareces que eres de los que la señora pidió, ¿no es así? … Solo cumplan con su trabajo. - dijo el mayordomo a Aren.

Apoyando su mano sobre aquella gran puerta de madera de roble francés con un elegante diseño donde se mostraban varios pliegues, uno de ellos se movió como si fuera una pequeña ventana y, metiendo su mano, abrió la puerta desde dentro.

- Bien, pasen … ya deberían cuales son sus tareas de hoy, ¿no es así?

- Sí, señor. - respondieron ambos por primera vez.

Retirándose aquel viejo hombre, los dos jóvenes se quedaron algo pasmados.

- Bueno, al menos ya sabemos cómo entrar.

- Sí.

- Entonces ¿Por dónde empezamos a buscar?

- … Primero no debemos ser vistos por los jefes de la casa … supongo que ellos al menos sabrán a quienes contratan. - respondió Aren.

- Ok, entonces …

- ¡Oigan! ¡No se queden parados ahí! ¡Ayúdennos con esto! - exclamó uno de los dos sirvientes que habían aparecido llevando tinas llenas de ropa sucia hacia la lavandería.

Rápidamente Glen y Aren se fueron a ayudarlos y los siguieron.

- Ustedes dos son de los nuevos, ¿verdad? - preguntó aquel sirviente que les había hablado antes.

- Sí …

- Pues traten de aprovechar la ocasión en practicar y recordar todos los trabajos ahora que los señores de la casa y el joven amo, Gilberto, no están en casa … Pueden despreocuparse de que les estén gritando esos tres.

- Oye, no hables así … aunque no haya cámaras, puede que alguien más nos escuche. - dijo el otro sirviente.

- ¿Y qué importa? De todas formas, pronto se terminará su gobierno.

- No hables más …

Mientras que aquel par seguían hablando, Glen y Aren los seguían en silencio mientras que oían toda la información que descuidadamente mencionaba uno de los sirvientes.

Pasaron alrededor de un par de horas cayendo la tarde, cuando finalmente se desocuparon de las tareas domésticas.

- Saben, ahora que veo … no hay muchas mujeres aquí. - comentó Glen.

- … Eso es porque la mayoría son elegidos por la esposa del jefe. El señor Efraín no parece importarle mucho su personal, por eso se lo deja en manos de la señora Andrea y a su mano derecha, el jefe de mayordomos, Bruce. - dijo uno de los sirvientes que estaba sentado relajándose dentro de un cuarto de servicio.

- Seguramente cuando vinieron por primera vez para la entrevista, la señora Andrea y Bruce estuvieron frente a ustedes personalmente … Aunque ahora ellos dos ahora no están aquí por el momento; por eso, podemos relajarnos un poco. - explicó el otro sirviente.

Era obvio saber el gusto de la señora de la casa al elegir mayormente sirvientes varones o eso era lo que pensaban Aren y Glen.

- ¿A dónde se han ido todos? - preguntó Aren.

- … Bueno, sobre el señor Efraín y el joven Gilberto no sabría decirlo, pero la señora Andrea se fue a la casa de sus amigas o eso dicen.

- ¿Y el jede de mayordomos?

- Ah … pues dicen que se fue con la señora. - respondió el sirviente con malas intenciones.

Aquella respuesta dejaba ver como si hubiera un secreto entre la señora Andrea y el jefe de mayordomos.

- Bueno, ellos dos no pueden estar separados mucho tiempo, ¿no es así? - volvió ha hablar aquel sirviente con las mismas intenciones.

- Ya basta, Nicolas.

- ¿Qué? Igual lo van a saber pronto a menos que ya lo sepan.

Negando con la cabeza, respondieron Aren y Glen.

- Dicen que la señora Andrea tiene un amorío con Bruce y es por eso que siempre van juntos a todos lados.

Glen y Aren se sorprendieron un poco, pero no le tomaron mucha importancia.

- Lo interesante es que parece que el señor Efraín lo sabe y muestra importarle; igual a su hijo mayor … Lo triste y peor puede ser es la soledad de la srta. Charlotte.

- ¿? ¿Charlo… ? - sin terminar su pregunta, Glen cayó repentinamente.

- ¿? ¿Qué sucede?

- No, nada … si, es triste lo que la niña puede estar sintiendo al ver a sus padres así. - respondió Glen al entender a que se referían a aquella niña que encontraron en el jardín hace unas horas.

- Sí … siempre la tienen encerrada; aun cuando debería estar en el colegio, solo contratan profesores privados. Bueno, al menos tiene a su perro.

- Oh, ya es hora … Parece que los señores vendrán tarde, supongo que es todo por hoy para nosotros. - dijo el sirviente llamado Nicolas viendo el reloj que marcaban las 5 pm.

Levantándose los dos sirvientes primero, Glen y Aren los siguieron sin saber bien a lo que se referían.

- Bueno, gente. Nos vemos. - se despidió uno de ellos retirándose a la residencia donde se hospedaban los sirvientes.

- ¿Qué harán ustedes? - preguntó el otro que quedaba.

Viéndose las caras, ambos respondieron.

- … Seguiremos viendo los alrededores … tenemos que memorizar los lugares para no estar preguntando todo el tiempo.

- Oh, ya veo; cuídense. 

Volteándose y dirigiéndose dentro de la mansión, una voz los detuvo.

- ¡Oigan! ¡Esperen!

Rígidos como una piedra, Aren y Glen se quedaron quietos.

- ¿Sí?

- … Por favor … no vayan a contar lo que Nicolas dijo …

- S-Sí, tienes nuestra palabra.

- Gracias. - dijo el sirviente mientras se retiraba del lugar.

Siendo libres ahora, por fin podían ingresar a la mansión nuevamente. Sin embargo, ambos no supieron que, desde una de las ventanas de los pisos superiores, los veía una persona.

- Entonces … ¿Dónde creen que guarden esa flor? Ya que no la he visto en ningún lado. - dijo Glen.

- Hemos ido de abajo hacia arriba … y solo hay dos lugares que no hemos visto … el cuarto de la niña y el despacho del señor de la casa … supongo que ya sabemos dónde buscar.

- Oh, cómo te gusta el peligro, pues vamos que se hace tarde. - respondió Glen sonriendo de determinación.

Yendo hasta el tercer y último piso de la mansión, ambos eran cuidadosos de no ser vistos por nadie. Afortunadamente, parecía que el lugar estaba vacío.

- Oye, no sientes que está muy vacío … ¿Crees que los demás se hayan ido? …

- No lo sé, pero ahora solo somos 10 dentro sin contar a los guardias.

- Ok.

Estando frente a la puerta de la oficina de la cabeza de la familia Rufasto, el problema ahora era como ingresar, pues estaba con seguro.

- ¿Tienes … aceite y un clip? - preguntó Glen.

- No …

- Entonces no sé cómo abrir esto.

Estando pensativos por varios segundos, una pisada se escuchó detrás de ellos.

La sorpresa dejó congelado a ambos, volteando sus ojos se miraron entre ellos como si trataran de comunicarse.

«¡¿Nos descubrieron?!» era lo que ambos pensaban.

El sudor por el repentino ruido comenzó verse aparecer desde la frente de ambos jóvenes por la idea de que habían sido descubiertos.

Repentinamente, mientras los pasos se acercaban, la mano de Glen tenía un papel escrito que sacó de su manga. Aren notó esto y esperó pacientemente a que quien sea que estuviera detrás de ellos se acercara lo suficiente.

En el momento en que apareció una sombra que conectó con los pies de aquel par, ambos supieron que era el momento oportuno de hacer un ataque.

Aren fue el primero que se volteó con la intención de derribar al tipo dejando libre a que Glen atacara.

El ultimo paso fue escuchado y de inmediato Aren volteó con sus brazos extendidos para tomar las piernas de aquella persona, pero algo extraño sucedió.

Un lengüetazo en la cara recibió por parte del husky que habían visto antes.

- ¿Qué?

Al seguirle los pasos, Glen tenía en sus manos una espada que al voltearse apuntaba hacia su objetivo; no obstante, cayó al piso tropezándose con el trasero de aquel perro. Sí, fue un golpe duro contra el piso.

- ¿Qué hace otra vez este perro aquí? - preguntó Glen con el rostro en el piso sosteniendo con sus dos manos aquella katana.

- ¿Qué buscan? - fue la respuesta que recibieron ambos jóvenes que se preguntaban que estaba sucediendo.

Al levantar sus rostros, observaron la tierna apariencia de una niña cerca de sus 12 años de edad quien estaba parada frente a ellos con un rostro un poco desconfiado.

- Ay, que suerte que es la niña.

Pronto se escuchó las pisadas de alguien subiendo por las escaleras.

- Lady Charlotte, ¿se encuentra? - dijo la voz de un hombre.

- Ay no … no otra vez … - dijo Glen.