«¿Alguien nos está siguiendo? ¿Por qué no me he dado cuenta antes? ¿Acaso mis sentidos están peor de lo que pensaba?» eran las preguntas que rondaban en la mente de Aren mientras se dirigía a una especie de pequeña corriente de agua que cruzaba la residencia pasando por un angosto orificio debajo de los muros que bordeaban el terreno.
Aquel canal funcionaba como una fuente de agua que alimentaba a la vegetación de los alrededores al igual como un medio alternativo en caso que la residencia no esté lo suficientemente abastecido de agua. Sin embargo, para los dos infiltrados era una oportunidad para ingresar al lugar.
- Entonces … ¿Cómo hacemos? - preguntó Glen.
- Yo iré primero … trataré de ver si hay guardias dentro …
- Bien … yo vigilaré.
Ensuciando su ropa al ingresar por aquella abertura del canal, Aren seguía aún pensativo.
«No creo que Athenas haya hablado de más … ¿Hay alguien que nos ha estado espiando? Pero, ¿desde cuándo? ¿Quién es?» pensaba el joven quien extrañamente a su personalidad parecía impacientarse.
La abertura era difícil de ingresar, pero no imposible. A los pocos segundos, Aren había ingresado la mitad de su cuerpo; sin embargo, lo difícil no era eso.
De inmediato, el joven comenzó a ver todo el perímetro tratando de ver a donde apuntaban las cámaras de los postes que equidistaban casi un metro entre ellas.
«Como lo suponía … la mayoría está enfocadas al exterior … solo hay tres que están apuntando dentro de la residencia … No veo guardias … Afortunadamente estos arbustos permiten que me esconda …»
Saliendo del lugar, Aren pudo ver mejor y entendió que estaba como al límite de un jardín exterior donde parte de los muros estaban tapados por arbustos y uno que otro árbol frutal.
A los pocos segundos, Glen también ingresó.
Ambos estaban mojados, pero eso no importaba. Por otro lado, al ver Aren en las condiciones en que se encontraba Glen, recordó aquella vez que vino a rescatarlo en aquel pueblo abandonado.
Una leve sonrisa se mostró en su rostro del joven acompañado de unas palabras.
- Glen, si salimos de esta, te ayudaré a solucionar el problema con tus padres.
- … Y a ti qué mosca te picó ahora. - respondió Glen desconcertado.
Al tratar de acomodarse y ver por dónde ir ahora, de repente, un gemido como de animal se escuchó a pocos centímetros cerca de ellos.
Volteando sus rostros, pudieron ver la cabeza de un perro; un husky siberiano habiéndose metido dentro de los arbustos los estaba viendo mientras tenía su lengua afuera.
Un lengüetazo fue lo que recibieron ambos junto con ladridos de una mascota quien parecía haber encontrado un tesoro.
Unos segundos después, las cámaras de sensores captaron dentro del lugar y pronto un grupo de guardias nada alterados pasó a supervisar la zona. La actitud de esos hombres parecía cansada.
Sosteniendo el hocico del perro y su cuerpo, Aren y Glen trataban de pasar desapercibido escondidos entre los arbustos.
- Falsa alarma … Parece que la mascota de la srta. Charlotte ha venido por aquí. - dijo uno de los hombres uniformados quien parecía hablar por un intercomunicador.
- ¿Otra vez? ¿Por qué no encierran a ese perro? - dijo otro de los hombres.
- Silencio; si te llegara a escuchar lady Charlotte, te despedirían o, peor, te enviarían a Movera.
Aquellos hombres se fueron del lugar al poco tiempo.
Dejando pensativos a los que se ocultaban, Aren se preguntaba lo que quiso decir aquel hombre. Sin embargo, lo prioritario ahora era saber qué hacer con aquel husky.
Interesantemente, Aren se percató que Glen había adiestrado totalmente al perro dándole de comer algunas galletas que traía consigo.
- ¿Qué? Siempre es bueno traer comida, ¿no es así? - comentó Glen.
- Sí … supongo.
- Bueno … ¿Cuál es el plan? Se me están acabando las galletas.
Al ver antes las cámaras, Aren sabía que eran sensibles a cierto grado de movimiento; por lo tanto, no podía salir de su escondite abiertamente; sin embargo, había una oportunidad y esa era utilizar a aquel perro.
«No sé exactamente dónde se encuentra esa flor, solo recuerdo que estaba puesto en un macetero cubierto por un forro de vidrio … solo me queda buscar dentro hasta encontrarlo.» era lo que pensaba Aren.
La idea de usar al animal era que las cámaras se enfocaran en los movimientos de él, mientras que, de alguna forma, Glen y Aren pudieran escabullirse dentro de la residencia que estaba a unos cuantos metros desde donde estaban cruzando aquel amplio jardín. Sin embargo, las cámaras parecían captar diferentes zonas y ángulos; por tanto, era prácticamente imposible que solo se centraran en el perro y no en otras cosas que se muevan.
De repente, la voz de una niña cerca de los 12 años se escuchó.
- ¡Ozu! ¡Ozu! ¡¿Dónde estás?! - exclamaba un pequeña de lindo vestido celeste claro, corto cabello negro castaño ondulado y tierna mirada.
A su lado, se podía notar la presencia de un guardia quien parecía seguirla a todos lados.
Al instante, al escuchar aquella voz, el husky comenzó a moverse sin control como si tratara de liberarse de las manos de Glen e ir a donde lo llamaban.
En ese momento, fue donde Aren se fijó nuevamente en las cámaras de seguridad que captaban los movimientos de la niña y el guardia, pero, algo que pasó interesó a aquel joven; las cámaras, después de unos segundos de haberse enfocado, se voltearon a su posición anterior vigilando los exteriores aun cuando aquel par seguían moviéndose.
«¿Qué significa?»
Antes de que Aren pudiera seguir pensando, fue golpeado de lado por la velocidad del perro quien se había liberado de las manos de Glen y fue en dirección de la niña quien lo llamaba.
- ¡Ozu! ¿Dónde te habías metido?
El guardia solo miraba como el perro jugaba con su dueña, pero un dicho de la pequeña llamó su atención.
- ¿? … ¿Por qué tienes migajas de galleta en tu boca? ¿Alguien te ha dado de comer?
El husky volteó la mirada donde los arbustos que había salido.
Como si aquellas palabras desconcertaran un poco al guardia, este miró al mismo lugar que el perro y lentamente caminó hasta aquel lugar.
- M-Maldición … no tuve que haberle dado galletas. - murmuraba Glen.
- …
Los pasos de aquel varón no se detenían; era como si supiera que alguien o algo estaba en aquellos arbustos.
- ¿Ahora qué hacemos? ¿Lo matamos? - decía Glen alteradamente.
Aren seguía en silencio.
Al estar frente de los arbustos, aquel varón extendió su mano para ver por dentro. Los segundos parecían ser una eternidad al ver el movimiento de aquel hombre; probablemente serían hallados y capturados de inmediato al ser descubiertos.
La mano de aquel guardia había tocado las hojas y poco a poco comenzó a moverlas. Al momento de poder distinguir algo diferente que la vegetación, una inesperada acción lo tomó por sorpresa.
- ¿Qué?
Algo caliente, como si un té recién hecho fuera derramado sobre los zapatos de aquel guardia, se sentía. Al notar bien, aquel hombre vio como el husky estaba a su lado orinándose.
- ¡Ozu! ¡¿Qué estás haciendo?! - exclamaba la inocente niña quien corría hacia donde estaba el guardia.
Dejando a un lado su búsqueda, el varón uniformado pareció enojado, pero se contuvo y pidió permiso para cambiarse.
- Lady Charlotte, mientras me cambio le pido que regrese a la mansión.
- No, no quiero estar dentro encerrada. - respondió la niña.
El guardia suspiró.
- Entiendo, pero es por su seguridad.
- Pero … ¿Qué puede pasarme estando dentro? Además, hay más guardias afuera … Por favor …
- … Está bien, pero manténgase cerca de la puerta principal hasta que yo regrese.
- Ok.
Retirándose primero el guardia, la joven seguía jugando con su mascota.
Al momento de acercarse a la puerta principal de la mansión, Aren dio la señal a Glen de correr sin hacer ruido alguno.
Detrás de la niña, ambos caminaban; solo el perro que saltaba por los alrededores se dio cuenta y pronto comenzaría a ladrar, pero al ver la cara de Glen se tranquilizó.
«Parece que no fue un desperdicio del todo haberle dado de comer, pero ¡¿Qué hay de las cámaras de seguridad?!» pensó Glen quien al voltear a ver en la cima de los postes se percató que las cámaras seguían viendo a las afueras.
- ¡¿Qué?!
La voz negligente de Glen se escuchó de tal forma que la niña se percató al igual que las cámaras las cuales enfocaron dentro de la mansión, en aquel jardín para revisar el origen de aquel sonido.
Pero, al momento en que Charlotte se volteó, no vio a nadie detrás de ella. Igualmente, las cámaras no detectaron la presencia de ninguna otro ser vivo a parte de la niña y su mascota quien parecía estar saltando por todos lados.
- …
Sin decir palabra alguna, la niña fue más apresurada al interior de la mansión. Pronto otro guardia salió de la mansión como si estuviera dando una revisada a todo el jardín.
Escondidos en los botes de basura que estaba al lado de uno de los muros de la mansión esperando a ser recogidos, Glen y Aren estaban totalmente inmóviles esperando el momento correcto para salir.
- Primero mojados y ahora apestamos a mierda … ¿Qué sigue? - comentó Glen.
- Ir dentro y darnos un baño. - respondió Aren igualmente frustrado.
- Oh, me gusta esa idea … Por otro lado, parece que las cámaras también son sensibles al sonido …
- … Estamos arrinconados … el perro y la niña ya no están y parece que no volverá a salir pronto de la mansión por causa de alguien …
- Perdón.
Estando sumidos en sus pensamientos tratando de ver por una salida, pronto se escuchó un extraño ruido como de motor de auto. Ingresando a la mansión el camión de basura había llegado para recoger la carga del día.
Varios obreros se dirigieron de inmediato a alistar la basura por recoger. La situación era peor que antes, pues ya no daba tiempo para escapar, solo quedaba ser capturados.
- ¿Cómo vas hoy, negro? - preguntó amigablemente el conductor del camión de basura.
- Normal, ya sabes con sus altibajos … ¿Qué hay de ti, pichón? ¿Trabajando duro o durando en el trabajo? - respondió de igual forma un uniformado de piel africana.
- Lo usual … de aquí me toca hasta la noche.
Mientras que ambos hablan dos personas se acercaban trayendo los botes de basura.
- Ah, ya saben donde va … - dijo el conductor.
Una mujer que llevaba un uniforme tipo sport con sombrero y una cofia que recogía su cabello fue la primera en colocar aquel bote donde el brazo mecánico del camión lo recogería.
Ignorando a aquellos sirvientes como si no existieran, aquel par seguía hablando entre ellos.
Terminado de descargar el cuarto bote de basura, el camión comenzaba a retirarse.
- Ustedes, pónganse a hacer su trabajo … ¿? … Pero primero dense un baño, parece que huelen igual a la basura de antes. - dijo aquel guardia al par que había sacado la basura.
Los dos solo asintieron con la cabeza sin decir palabra alguna e ingresaron a la mansión.
- ¡¿Qué están haciendo?! ¡Usen la casa de empleados! - exclamó el mismo guardia viéndolos desde lejos.
Perdiéndose de la vista de este, aquel par se dirigió a la parte lateral de la mansión que dejaba ver un gran camino despejado que a lo lejos mostraba una casa no tan grande como la mansión que en realidad no terminaban de ver.
- Te pasas de verdad. - dijo uno de ellos.
- Pensé que era dentro de la mansión … ¿Qué iba a saber yo?
- Bueno, al menos podremos bañarnos … lo malo es que botamos nuestra ropa a la basura.
- Sí … pero al menos los dejamos vestidos, ¿no es así? Fue un intercambio … Espero que al menos cuando despierten en el basurero no se enojen mucho.
- ¿Intercambio? Entonces ¿Por qué estoy vestido como una mujer?
- Pues tu cabello te delata, ¿no has pensado en cortártelo?
- …
- Oye … ¿Qué se siente usar brasier?
- …
Levantando su mano al cielo y haciendo un puño, rápidamente uno de ellos le asestó un golpe en la cabeza a su compañero de lado.
- Auch … oye, solo fue una pregunta.
- …
- Y ¿bien?
- … Se siente incómodo …
Aren y Glen habían logrado con éxito infiltrarse en aquella residencia vestidos ahora como obreros del lugar.
En las afueras del lugar, dentro de la minivan dejada estacionada por Glen, se encontraba sentado en el asiento del conductor aquel hombre que los estaba siguiendo mientras contestaba una llamada.
- ¿Algo que reportar? - se escuchaba desde el teléfono.
- No, nada aún. - respondió mintiendo aquel hombre.
- … Entendido.
La llamada finalizó.
Mientras que el varón parecía estar husmeando por su alrededor, no había encontrado nada de interés.
- Parece que ya están comenzando a dudar de mí … No los culpo, ya hace días que no les doy resultados … Infiltrarme y atrapar a ese par no parece tarea difícil, pero … estoy bastante interesado el porqué ambos han venido a este preciso lugar … ¿Acaso ya se enteraron quienes estuvieron detrás del secuestro de esa mocosa? No, esos idiotas de la clase alta saben esconderse bien … entonces, ¿Por qué han venido hasta acá?
Abriendo una puerta que dejaba ver una sala donde estaban reunidos tres personas, un varón ingresó algo molesto.
- ¡¿Cómo es que no hay nada todavía?! - exclamó aquel hombre.
- Cálmate, Franco. Pareces un desquiciado. - dijo una de las dos mujeres presentes.
- Llámame como quieras, Rebeca; lo que yo quiero son respuestas. ¿Por qué Renaud aún no ha capturado a la hija de José?
- … Estas cosas se hacen paciente y minuciosamente … No todo saldrá como queramos, recuerda que la misma princesa Lisbeth está poniendo su mirada en este asunto. - dijo la otra mujer.
- ¡Por eso mismo estoy hablando, Kiara! Actualmente Efraín y yo estamos siendo acorralados por la gente de la princesa. - exclamó Franco enojado.
- ¿De qué hablas?
- No sé cuando comenzó todo, pero la casa Rufasto y la mía nos dimos cuenta hace unas semanas de que hay infiltrados en Movera. Personas que están incitando a los pobladores a que se revelen contra nosotros y ahora hay rumores que vendrán auditores a revisar nuestros estados financieros.
- De ser así, puede que sepan que los Rufasto y los Sotomayor están trabajando juntos …
- Dilo claro, Kiara. Te preocupa que ellos sepan de nosotros también ¿no es así? - afirmó Rebeca.
La mujer quien había sido leída fácilmente no respondió.
- ¿Qué piensas, Erick? ¿Tu hijo, Eduardo, no había ido a visitar al conde Beltrán? ¿Encontró algo interesante?
- … No me ha confesado nada, pero por lo que veo … Parece que Emily si está allá … Pero, no perdamos de vista lo que tenemos hasta el momento … Si logramos capturar a ese tipo quien vieron ayudar a la hija de José, el resto será pan comido. - respondió Erick.
- … ¿De dónde sacas esa confianza? - preguntó Kiara.
Erick sonrió.
- Miren esto …
Al colocar un papel impreso sobre la mesa, todos pudieron ser testigos de lo que estaba escrito. Era un informe donde se anunciaba a la familia real sobre el contrato hecho entre Emily y Aren.
- ¿Hermano … Jurado?
- Sí … para que la mocosa haya aceptado hacer esto, significa que este tipo es alguien preciado para ella.
Todos quedaron algo interesados por aquella hipótesis.