Tan solo habían pasado mes y medio desde el inicio de clase, pero se podía ver como si se tratase de un golpe de estado las marchas de estudiantes dentro de la ARET que desfilaban con pancartas y gigantografías.
- ¡Queremos justicia!
- ¡Las autoridades y decanos no les importa lo que le suceda a los estudiantes!
- ¡Castiguen a los culpables!
Eran una de las muchas voces que se escuchaban decir en medio de aquel bullicio. Aquel día las clases se suspendieron y solo se escuchaban las protestas de los estudiantes quienes alzaban la voz por las victimas de abuso dentro de las instalaciones de la distinguida academia.
Dentro de una oficina donde se encontraba un hombre de barba medianamente larga y apariencia mayor quien veía aquel desfile desde la ventana de su despacho, ingresaron varios hombres preocupados.
- R-Rector, ¡Esto se ha salido de nuestras manos! ¡Debemos convocar a todos los decanos para discutir una solución antes de que los noticieros descubran lo que está pasando! - dijo uno de los varones.
La respuesta fue una risa como de un tierno abuelo.
- ¡R-Rector!
- Ya los escuché … Atiendan este pequeño asunto con el vicerrector Almenara y los decanos. En caso de que no encuentren una solución adecuada, avísenme.
- E-Entendido.
Nuevamente se le escuchó reír a aquel anciano.
- Parece que este año se volverá muy interesante de ver.
Aquellas palabras serían unas de las que se arrepentiría de haber pronunciado aquel hombre.
Entre los comentarios y rumores se escuchaba la latente opinión de eliminar a la clase R; sin embargo, esto era rotundamente imposible, pues la ARET se había fundado y transformado con el objetivo de estudiar, capacitar y entrenar a las personas que tenían aquellas habilidades especiales.
Por tanto, todo se concentró en un odio por aquellos dos estudiantes encontrados la noche pasada.
Transitando por la carretera, Aren y Glen conversaban dentro de una minivan de color negro totalmente nueva.
- … ¿No deberíamos haber llegado ayer?
- Disculpa, pero tuve que hacer un encargo … por eso mismo propuse dormir en un hotel de pasada. Creo que estaremos en Zaragoza dentro de unas tres horas. - contestó Glen.
- Ya veo … por otro lado, aún no puedo creer que te hayan regalado este vehículo. - dijo Aren observando por la ventana.
- Ni yo … la princesa Lisbeth y la duquesa Sofía compraron dos minivan; una era para reponer la que había alquilado y la otra me la dieron como un agradecimiento.
- … Que bien por ti. - dijo Aren sin ninguna mala intención.
- … Por cierto, ¿de verdad está ahí lo que buscabas?
- Sí, no hay duda.
- … Bueno, solo te llevaré hasta ahí, luego ya depende lo que tú hagas …
Aren quedó en silencio.
- Ay, ¿a quién quiero engañar? Estoy emocionado por lo que va a suceder, ya que parece que siempre ocurren cosas por donde vas.
Aren sonrió levemente.
- Pero, no te olvides lo que me prometiste.
- Sí …
Aquel carro siguió su recorrido; sin embargo, ninguno de los dos se percató que los seguían detrás.
Dentro de un auditorio de la ARET, se llevaba a cabo una repentina asamblea donde las diferentes autoridades se habían reunido para discutir sobre lo que estaba pasado.
Pareciendo a un tribunal, los dos jóvenes uniformados de primer año se encontraban puestos como criminales.
- ¿Qué es lo que exigen? - preguntó una mujer mayor de vestimenta formal.
- La expulsión de los estudiantes Enrique Castro y Jorge Contreras. - dijo uno de los representantes estudiantiles.
- Podemos evitar la expulsión a través de un periodo de reformación donde los dos estudiantes pasen a ser evaluados psicológicamente. - dijo la mujer.
- … Aceptaremos, solo si el personal de seguridad sea lo suficiente para poder resguardar la seguridad de los estudiantes; además de que se forme un equipo que investigue quienes más son cómplices de los abusos que han estado ocurriendo a alumnos inocentes.
- … Sobre el tema de la seguridad haremos lo que podamos, pero sí les aseguramos lo otro que piden.
Llegados a un consenso, ambos estudiantes fueron llevados a un centro reformatorio por un plazo de dos meses y, tal como se dijo, rápidamente se realizó la convocatoria para formar un equipo de instructores encargado de investigar lo que estaba sucediendo dentro de la ARET por los casos de abuso.
Todo esto resultó en que la infamia de la clase R de primer año incrementara.
Un golpe sobre la mesa se escuchó retumbar en todo el salón donde estaban Liam, Alexia, Remus, Carlo y Leandro.
- No vale de nada enojarse y menos cuando no tenemos pruebas. - dijo Remus.
- Ya lo sé …
- Tampoco intentes encontrarte con él. Solo terminará en una pelea y recuerda que está terminantemente prohibido el uso de nuestras habilidades aún más en esta situación. - comentó Alexia.
- … ¿Qué piensas tú, Liam? - preguntó Leandro.
- … Ahora que el grupo de Anna está siendo especialmente vigilado, no creo que puedan seguir en la investigación … Si nosotros siguiéramos con esto, puede que nos tiendan una trampa al igual que ellos … propongo mantener el perfil bajo por un tiempo y ver que resultados traen los instructores …
- … Creo que todos piensan lo mismo. - dijo Leandro.
Todos asintieron.
- Bien … no haremos nada por el momento.
Como si hubieran perdido la batalla, los jóvenes se retiraron de su búsqueda. Sin embargo, antes de retirarse del salón, otro alumno se presentó ante ellos.
- Hola, Leo … ¿Todo bien? - se escuchó la voz burlesca de aquel joven.
La repentina sorpresa que todos expresaron en su rostro contrastaba de la fresca y altanera mirada de quien estaba frente a ellos.
- ¡¿Tú?! ¡¿Qué quieres?! - exclamó Leandro.
- Vamos, ¿esa es la forma de saludar a un viejo conocido?
Tratando de calmar a Leandro, Remus tomó la palabra.
- Deja de fingir … ya sabemos que eres tú el culpable de todo esto, Richard.
Aquel alumno repitente quien desde el primer día de clases mostró aquella expresión altanera habló.
- Oh, ¿en serio? ¿en que te fundamentas? ¿Cuáles son tus evidencias? ¿Acaso me confundiste con esos dos tipos que fueron hallados culpables? - respondía sarcásticamente el joven mientras se acercaba lentamente.
- No seas hipócrita, quien más que nosotros conocemos esa personalidad retorcida tuya. - dijo Remus.
- Oh, ¿estás seguro? ¿Acaso no hay dos nuevos ingresantes quienes son peores que yo?
Al principio nadie entendía lo que se refería; no obstante, a los segundos, Liam recordó a aquellos jóvenes de aspecto lúgubre que ingresaron con él.
Los pensamientos del muchacho fueron rápidamente interrumpidos por la sombra que apareció al ver a aquel soberbio estudiante que estaba a pocos centímetros de él y de Leandro.
Habiéndose acercado lo suficiente al rostro de Leandro, Richard confesó.
- Pero saben … Sí, fui yo … los grupos de abusadores de las otras especialidades, los lugares donde los golpeábamos, incluso la trampa que les tendimos a ese par de mocosos, todo fue dirigido por mí y ¿Qué? - dijo aquel joven con una sonrisa en su rostro como su estuviera genuinamente orgulloso de sus actos.
Liam supo de inmediato que era una provocación simple; sin embargo, no contempló el hecho de cómo reaccionarían todos.
Increíblemente todos se controlaron a excepción de uno.
Un gran puñetazo cayó en el rostro de Richard quien cayó al suelo.
- ¡Leandro! ¡Cálmate!
- ¡¿No ves que te está provocando?!
Eran las palabras que se escuchaban mientras que Carlo y Remus sujetaban a aquel enojado varón.
Una risa que hacía eco en el salón comenzó a escucharse de aquel desagradable joven.
- Igual que siempre … de pocas palabras y más acción … Estoy feliz de que no hayas cambiado, Leo.
- ¡No me llames así!
Levantándose del piso y retirándose con una sonrisa en su cara, Richard habló.
- Saben, aunque sea yo el que está detrás de los abusos … tengo mucha gente respaldándome, gente que ni yo me atrevería a ir en contra y ellos ya son consciente de ustedes … Les doy un consejo: solo diviértanse y dejen las cosas como están. - fueron las ultimas palabras de aquel tipo quien se retiraba.
En aquella hora, el sentimiento de derrota era lo único que compartían todos.
Durante su viaje, una llamada fue recibida en el teléfono de Aren.
- ¿Quién es?
- …
El contacto de la llamada decía Emily.
- … ¿Aló? - respondió Aren.
- ¿Dónde estás? - fue lo que se escuchó desde el teléfono.
- … Estoy en …
- Quiero la verdad.
- … Estoy con Glen, te lo paso.
- ¿Qué? - reaccionó Glen.
Recibiendo la llamada, el joven habló.
- ¿Diga?
- Tú eres el amigo de Aren, Glen, ¿no es así?
- Sí … ¿usted es?
- Soy Emily, su hermana jurada.
Al escuchar esto, Glen volteó a ver a Aren.
- … Entiendo … ¿Qué tal?
- ¿Dónde están? - volvió a preguntar Emily.
- …
De inmediato trató Glen de devolverle el teléfono a Aren, pero este no quiso tomarlo y se lo regresó.
- ¿Están ahí?
Entre idas y venidas, al final Glen se quedó con el teléfono.
- Sí … e-estamos por la autovía Mudéjar …
- ¡¿Qué?! … ¿Qué están haciendo por ese lugar? - preguntó Emily tratando de mantener la calma.
- Haciendo un recado … solo vamos y venimos, nada de qué preocuparse.
- Entonces ¿Por qué Aren dijo la patética excusa que se iba a comprar cigarrillos cuando él no fuma? ¿Quién le enseño eso?
La cara de póker de Glen respondió la pregunta de la joven.
- Tu turno … - dijo Glen pasándole el teléfono a Aren.
- Emily, no tienes que preocuparte … mañana temprano estaré de regreso.
- …
Sin responder, solo un suspiro se escuchó.
- No me mientas otra vez …
- ¿?
- Creo habértelo dicho, si vas a hacer algo aunque no me guste, no me mientas …
- … Está bien.
- Cuídate.
- Sí.
La llamada terminó.
- Eso estuvo cerca … pero, ¿Por qué no quieres decirle que estamos yendo a su antigua casa? - preguntó Glen.
- … Parece que ahora mismo no está en buen estado a donde vamos …
- ¿Qué quieres decir?
- …
Antes de poder contestar, Aren recibió otra llamada.
El contacto decía Russel.
- … ¿Aló?
- Maestro, ¿Cómo se encuentra?
- Bien.
- Me da gusto oírlo. Por otra parte, sobre lo que me contó de que sus poderes han desaparecido, quisiera pedirle que no salga descuidadamente … de ser posible, ¿no le gustaría mudarse a mi casa?
- No, así estoy bien …
Pronto, el sonido del claxon de un bus que pasó al ras de donde estaba Glen comenzó a sonar; obviamente la velocidad de aquel transporte era mayor a la permitida.
- Maestro, ¿Qué fue eso?
- Nada …
- ¡Oye, malnacido! ¡Aprende a manejar! - exclamó Glen.
- ¿M-Maestro?
- No es nada. - dijo Aren.
Terminada la llamada, ambos volvieron a hablar.
- Y, bien … ¿Qué es lo que sucede allá?
- Parece que … Emily está peleada con su familia. - respondió Aren.
- ¿Peleados? … ¡Ah! Seguro es que se escapó de casa … ella es la joven heredera de la familia Gutiérrez, ¿no es así?
- Sí …
- Había escuchado algunas noticias … sobre que desapareció … Pero, ¿no que su padre había muerto hace un tiempo?
- Sí …
- Tema delicado … por cierto, ¿Cómo se llegaron a conocer? La última vez no pude preguntarte, pero Daniel y Liam también estaban curiosos …
- Eso … fue cuando …
Por tercera vez, Aren recibió una llamada que lo interrumpió. Esta vez el contacto decía Melissa.
- ¡Órale! ¿Otra vez la canción?
Aun sin darse cuenta, mientras recorrían la autopista, un auto los seguía desde atrás.