Todos comienzan a dirigirse a donde supongo que queda la sala.
- Vamos querida... - Me dice la señora Linda quien me coge del brazo.
Después de sonreírle, miro a Max quien con un gesto me pregunta si estoy bien, por lo que suspiro y con un leve movimiento de mi cabeza, le digo que estoy bien, luego este se adelanta a nosotras y después llegamos a unos muebles para sentarnos.
- Qué desea beber?. - Me pregunta una empleada.
- Solo voy a beber un poco de agua, muchas gracias.
- Y bien señorita Hayden... es usted hija única?. - Me pregunta Mirta Hazzard.
- Si señora Hazzard.
- Por favor dime Mirta... entonces... ayudas a tu padre con los negocios o solo con este?. - Me vuelve a preguntar.
- Le ayudo con todos los negocios familiares y también me ocupo de los míos. De hecho… el proyecto de la naviera es mi idea...
- Guau... me encantaría que Virginia y tú se hicieran grandes amigas... – Me responde.
- Siii, deberíamos ir de compras. - Dice ahora Virginia y yo solo sonrío y alzo ambos ojos.
Mientras sigue el interrogatorio por cuenta de las mujeres de la familia Hazzard, una empleada se le acerca a la señora Jessica y le dice algo al oído.
- Pasemos a la mesa a cenar por favor... ya todo está listo. - Dice interrumpiendo la señora Jessica y la verdad... lo agradezco.
Puedo decir que la cena transcurre con normalidad, ya que Terry y Christofer junto con Max, ponen en la mesa diferentes temas de conversación, por lo que el interrogatorio hacia mí, cede un poco.
Observo en silencio mientras como por un momento y no puedo evitar sentir rabia, tristeza, dolor... por ver que siguen con sus vidas como si nada. Que no han cambiado o si, ahora son peores que antes.
- Mi niña, te encuentras bien?. - Me pregunta la señora Linda, quien me ha pedido que me siente a su lado mientras que al otro está su nieto Christofer, sacándome de mis pensamientos.
- Si señora Linda, porque lo pregunta?. - Le respondo sonriéndole y haciéndome la distraída al continuar comiendo.
- Te he visto algo tensa y estresada... - Me dice al acercarse un poco a mí, hablando bajo para que nadie más escuche, incluso su nieto.
- No, es solo que no estoy muy acostumbrada a estas cosas, soy como un pequeño ratón de biblioteca y son personas que no conozco...
- Te entiendo... estas cenas con gente tan desagradable como esa... da dolor de estómago. - Me dice haciendo un pequeño gesto con la cabeza para que sepa de quienes habla, yo solo me sonrío.
- Señora Linda... me puede decir en donde queda el baño?. - Le pregunto al quitarme la servilleta de las piernas y colocarla a un lado de mi plato que esta algo lleno aún.
Ella de inmediato hace una señal a una de las empleadas para que se acerque y me conduzca hacia donde quiero ir. Me levanto y me disculpo por abandonar un momento la mesa, luego camino siguiendo a la empleada hasta llegar al tocador de visitas.
Al ingresar, cierro la puerta y me deslizo por ella hasta llegar al suelo, solo quiero salir corriendo. Cada vez que escucho sus voces, son como recordar cada instante de sufrimiento y de dolor, mis manos están temblando y estoy comenzando a sentir como mis músculos se están entumeciendo, mis lágrimas se están empezando a formar queriendo salir de mis ojos. Sé que estoy teniendo un ataque de pánico y es algo que no me lo puedo permitir, menos en esta casa y en este momento, así que comienzo a respirar calmadamente como lo he hecho antes cuando sufro estos ataques, los cuales, sufría muy recurrentemente en el pasado pero que llevo mucho tiempo sin tener un episodio de estos. Como me gustaría tener aquí a mi perro, así que me imagino que lo tengo conmigo, que estoy sintiendo entre mis dedos su suave pelaje por lo que comienzo a tranquilizarme un poco junto con mis ejercicios de respiración.
Después de algunos minutos, escucho que alguien toca la puerta del baño, por lo que me apresuro a levantarme, observándome en el espejo para arreglarme lo que no esté en su lugar, doy un gran suspiro antes de abrir aun cuando mis manos tiemblan levemente. Abro la puerta y me encuentro con Max, quien se ve algo serio y preocupado.
- Se encuentra bien señorita Stefania?, si quiere... podemos irnos ahora mismo, ellos me importan lo más mínimo.
Antes de que pueda responder, escuchamos como alguien se acerca a nuestra posición.
- Te sientes bien hija?. - Pregunta la señora Linda al acercarse a nosotros.
- Si, muchas gracias por su interés señora Hoffman. - Le respondo para disimular un poco la situación.
- Le estaba diciendo a la señorita Hayden que debemos irnos, porque su padre el señor Hayden acaba de llamarme y necesita con urgencia una información, hasta es posible que tengamos que viajar a Vancouver esta misma noche.
- Es una pena, pero cuando el deber llama pues llama. - Responde la señora Linda muy amable.
- Vamos a despedirnos de los demás para irnos. - Me dice Max y yo solo asiento, él se adelanta un poco a nosotras.
- Se que te mantienes muy ocupada, no como esa otra niña que no hace nada más con su vida que perseguir a mi nieto Christofer... pero me gustaría que me visitaras de vez en cuando, me gustaría conocerte mejor. - Me dice la señora Linda dejándome completamente sorprendida.
Antes de que pueda contestarle mientras caminamos por el pasillo de regreso al comedor, salen todos de ella hablando entre sí en medio de un gran alboroto. Nos despedimos rápidamente y Max nos saca de la propiedad con algo de velocidad.
Realmente me siento muy aliviada por salir de ahí.
- Señorita Stefania, por favor discúlpeme... por esta noche, por todo. Creo que la he presionado demasiado y la he llevado al límite sin ninguna necesidad, es solo que quería que usted se diera cuenta de lo fuerte que se ha vuelto, que ya no es la misma y que nadie puede volver a hacerle daño si usted no lo permite, que ya está en condiciones muy distintas para poder enfrentarlos. - Me dice Max mientras conduce por la carretera para volver.
- Lo de mi padre fue... - Logro decir al observarlo por el espejo retrovisor.
- Fue una pequeña mentira para poder salir de ahí, ya que me percate de que estaba tan estresada y presionada, que iba a tener un ataque de pánico en cualquier momento y si quiere que en este momento nos regresemos a Canadá... organizare todo de inmediato sin decir nada y yo me encargare de la naviera desde aquí hasta terminar todo esto para que usted no tenga que volver a tener contacto con ellos. - Me dice al seguir conduciendo y al mirarme por el retrovisor.
Yo solo me quedo en silencio mientras nuestras miradas se encuentran por un breve momento, pero luego me concentro en mirar por la ventana del asiento que estoy ocupando en el auto y así me quedo por el resto del viaje. Cuando llegamos y entramos al parqueadero, Max aparca en el sitio que nos corresponde y apaga el auto.
- Max... - Logro decir.
- Si, dígame señorita... - Me responde y luego gira su cabeza hacia atrás para mirarme.
- No puedo... moverme muy bien... - Él me observa las manos y ve mi temblor.
- Qué bueno que la saque de ahí a tiempo, no se preocupe... ya voy a ayudarla... - Me dice y luego abre la puerta del piloto para salir. Max le da vuelta al auto al cerrar la puerta y luego abre la mía.
- Voy a cargarla, le parece?.
- Por supuesto...
Max me saca del auto y haciendo una maniobra cierra la puerta y le coloca la alarma al auto. Al entrar en el pent-house, Dastan baja las escaleras corriendo y se hace a mi lado del sofá en el momento en que Max me deja ahí.
Con lo poco que puedo moverme, estiro mi brazo para acariciar a mi perro mientras Max va a la cocina, lo deduzco por la dirección que toma.
Después de unos minutos, él regresa con un vaso lleno de agua y con mi medicamento que es un relajante muscular y que también actúa como tranquilizante. Me lo tomo y luego él se sienta a mi lado.
- Creo que debería retomar el tratamiento, sus crisis no están tan superadas como pensábamos, aunque sé que el estrés y la presión de los últimos días no la han ayudado mucho... y una vez más le pido una disculpa por eso, por lo que le vuelvo a decir que si quiere regresar a Canadá, nos iremos ahora mismo.
- Déjame pensarlo, hoy afortunadamente es viernes por lo que puedo pensarlo este fin de semana. - Le digo al devolverle el vaso que me dio para tomarme el medicamento.
- Esta bien. - Me dice al encender la televisión y colocar el programa de tesoros de Egipto que tanto le llaman la atención.
No sé cuándo fue que me quede dormida en el sofá de la sala, pero me muevo y me siento un poco engarrotada por haber mantenido la misma posición toda la noche, pero una vez que me estiro un poco, me siento bien porque el relajante me ayudó a no dolerme los músculos por la forma de dormir que tuve todo el tiempo.
Me levanto y me dirijo a la cocina para preparar algo de comer y darle también el desayuno a Dastan, mientras lo hago, veo que Max sale con una maleta.
- Qué sucede?, a dónde vas?. - Pregunto.
- Debo ir a los Estados Unidos a reunirme con tu padre por este fin de semana, requiere que lo ayude con algo por lo que me iré por el fin de semana, pero si usted me necesita me quedaré. Después de lo que ocurrió anoche, no me quedo tranquilo dejándola sola.
- Si mi papá lo necesita es mejor que vaya, yo estaré bien, no pienso acercarme a nadie que me ponga mal, por lo menos por el fin de semana, pero si le pediré el favor de que no le diga nada a mi padre sobre lo que sucedió el día de ayer, por favor...
- No sé preocupe, será otro más de nuestros secretos... pero prométame que si sucede algo, me llamara.
- Se lo prometo.
- Bueno... me voy, recuerde que a mi regreso me dirá si se quiere quedar o no.
- Así será, buen viaje. - Él me mira y luego suspira, se da la vuelta y se va.
- Bueno amigo... nos hemos quedado solos... que tal si vamos a alegrar a la gente el día de hoy. - Le digo a mi perro que de inmediato ladra y mueve la cola como si me pudiera entender.
- Muy bien... comemos y luego me arreglo para mirar a donde iremos...