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Chapter 8 - Dos Cajas

—Ey.- Resonó cerca de mí.

Abrí un solo ojo, y no había nada más que oscuridad cerca de mí, por lo que proseguí con mi sueño, y me recosté.

—¡Oye, Kairo!- Volví a escuchar.

Del susto me levanté y miré para todos lados sin entender casi nada.

—¿Qu-Qué pasa?

—¿Vas a ir conmigo o no?- Oí de mi compañero, el de pelo largo y celeste ese...

—¿De qué hablas?

—Hace un rato dijiste que me acompañarías a conseguir dinero.

Tuve que detenerme a pensarlo.

—¿Lo hice?- Puse en duda.

—Sí.- Afirmó él en seguida.

Tallé mis ojos para observar el cielo. Efectivamente, era de noche aún. Apenas se veía claridad.

—¿Por qué tan temprano?- Interrogué.

—Porque así habrá menos gente.

—Claro...

No me quedó de otra que levantarme, a pesar del cansancio. Zakko dijo que lo siguiera, aunque apenas casi veía y no estaba tan consciente por el cansancio. La luz que brindaba la luna era insuficiente, y este lugar debe de estar abandonado por el hombre desde quién sabe cuándo. Algún día habrá que hacer un camino como la gente.

Llegamos al poblado, y allí al menos habían faros y luces en general. Reitero para mí mismo que el lugar es bastante lindo de noche. Aunque brindaba cierta energía que me hacía sentir inseguro.

Quizá soy yo por provenir de lugares en donde caminar por la calle de noche no era lo más seguro que se me podía pasar por la cabeza hacer...

—¿El gremio está abierto a esta hora?- Cuestioné, hablándole a Zakko, quien se encontraba a mi costado.

—Sí.- Mi duda se resolvió a través de una voz desconocida. Una voz tan femenina que no me creería que es la del slime que nos acompaña, a pesar de que esté más dormido que despierto y no niegue la posibilidad de que sea un sueño.

Volteé velozmente para ver al lado de mí, solo para encontrarme con que no había nadie.

—¿Qué te pasa?- Me habló feo Zakko, a la vez que subía las escaleras.

—Ah, nada...- Lo seguí, sin descuidar mis espaldas.

Subimos, por lo que pude notar que la voz tenebrosa al menos era sincera. El lugar estaba brillante, se notaba que era de noche porque te dolían los ojos apenas entrar.

Habían un par de personas más, viendo misiones, otras solo estando tiradas por ahí. Lo más probable es que la mayoría esté borracha o algo por el estilo.

—Ven.- Me llamó el slime.

Lo seguí a una tabla gigante llena de papeles con divertidos dibujos. No sé si es por el sueño, pero los dibujos hasta graciosos eran. Yo no sé porqué Zakko me vio raro cuando me reí mirando uno. Creo que no tenemos el mismo tipo de humor...

—¿Qué te parece esta?- Preguntó y acercó a mí una hoja. No sabía cómo decirle que no podía leerla. El dibujo era una persona cargando dos cajas, por lo que no podía imaginar algo que fuera difícil con eso.

O no podía imaginar nada en realidad...

—Está bien, hagamos esa.- Dije por decir, tengo que confiar en su elección de manera obligada.

Él le hecho un repasó, y fue directo con el receptor. Al parecer era un tipo ahora, aunque imagino que él atiende en las noches.

—Me gustarí-

El tipo interrumpió a Zakko, agarrando la hoja de la misión. Tenía toda la pinta de ser una persona a la cual le diría muchas cosas si no me diese miedo porque se ve grande.

—¿Identificación?- Nos pidió, el receptor.

Zakko me miró a mí.

Y... yo lo miré a él.

—¿Qué esperas?- Zakko susurró hacia mí.

—¿Qué espero de qué?- Devolví el susurro.

—Muestra tu identificación.

—¿Por qué yo? Si tú solicitaste hacerla.

—Porque yo soy un Veniz, no puedo solo.

—Ejem.- Llamó la atención indiscretamente, el tipo esperando a que pasemos la identificación.

...

—¿Pero cuál es la identificación?- Interrogué, sin saber a qué se refiere.

—¿¡Cómo que cuál es la identificación!?- Me interpeló él, empezando a elevar la voz, aún si era un susurro... Son cosas que se sienten.

—¿¡Pero cuál es la identificación!?- Insistí a la vez que subí el tono también.

—¡La tarjeta!- Dijo a regañadientes, mostrando su tarjeta y apuntándola con el dedo.

—Aaaah, la tarjeta...- La saqué de mi bolsillo y se la pasé. El receptor la recibió mientras soltaba un suspiro, y Zakko casi se vuela la frente de un manotazo rápido. Qué poca paciencia.

La persona encargada del gremio que nos ha estado atendiendo todo este tiempo en este preciso momento nos entregó de vuelta el papel con el recado ahora un poco más brillante. Nos explicó que teníamos que hacer que el señor nos firmara cuando acabáramos. Si teníamos algún problema con eso podemos venir a reportarlo en este mismo lugar.

Zakko y yo nos despedimos para salir del lugar. Él leía la hoja entre que bajábamos.

—¿Hacia dónde es?- Consulté.

—Eh... creo que... hacia allá.- Apuntó, hacia el noroeste.

—¿"Crees"?

—Sí.

Caminamos hacia donde él creía que se encontraba el local. Yo intentaba mantenerme despierto raspando mis ojos e intentando estirarme. Apenas tenía fuerzas.

—¿Tan mal dormiste?- Me cuestionó.

Tuve que pensar por unos segundos lo que él puso en duda.

—Pero si todavía es de noche, ¿cómo que "¿qué tan mal dormí?"?

—Yo no tengo tanto sueño.

—Bueno, pero debe ser por tu raza o algo así. Yo soy un humano nada más.

—Estando en esta forma soy un humano normal también.- Comentó. Yo no me lo creía y se lo iba a refutar con muy buenos argumentos, pero prosiguió. —O bueno, con un poco más de posibilidades pero yo no las sé manejar así que da igual.

Quería preguntarle algo, pero no sé hasta qué punto podría incluso molestarle. Tendré que quedarme con la suposición de que eso se practica en todos y él no lo ha hecho aún.

...

Pensándolo mejor, no creo que le importe.

—¿Por qué no s-

—Mira, es esa.- Afirmaba, apuntando con el dedo de una manera muy maleducada. Si yo fuese el local me ofendería. Aunque me ofendo igual porque me interrumpió.

—Se ve como... una tienda.- Fue lo primero que se me vino a la mente y dije.

Él me miró.

—¿Qué esperabas que fuese?- Interpeló con un tono jocoso, como casi riéndose de mi comentario.

—No sé, déjame. Estoy dormido.

Nos adentramos en la tienda, y... se podría decir que era una, sí. Tenía sus frutas, huevos, verduras, entre otros productos así de los que te esperarías en una tienda... así.

Estaba el dueño junto a una niña quien asumo será su hija en el mostrador, dándonos la bienvenida.

—¡Hola! Un gusto. Ustedes deben ser quiene- Comencé a oír estática en medio de su frase. Mi primera reacción fue golpearme la oreja como si fuese un televisor, para ver si funciona. —... cierto, ¿no?- Volvió a servir mi oído, pero recién al final.

—Sí. Aquí está.- Zakko mostró el papel.

—Oh, ¡muchas gracias por ayudarnos! Qué alegría y rapidez con la que funciona el gremio. Acompáñenme, muchachos.- Nos llamó el dueño.

Zakko y yo lo seguimos hacia una habitación llena de reservas y cajas. Él señaló dos cajas que estaban bastante al frente, las cuales eran las que teníamos que trasportar. Yo me acerqué a levantar una, y estaba un tanto pesada. No lo suficiente como para ser realmente un esfuerzo el cargarla, mas para notarla como un peso sí lo es.

Mi compañero intentó levantar la suya. Digo "intentó" porque a la primera prueba se le resbaló. A la segunda ya la levantó, pero al menos yo noté que temblaba.

Salimos de allí con los paquetes que teníamos que entregar.

—De verdad, muchas gracias. El vehículo nuestro se averió y esta entrega la aceptamos antes. Nos solucionaron mucho.- El señor seguía agradeciendo. Me hizo sentir hasta buena persona por hacer algo que en realidad pudo haber hecho él mismo cerrando la tienda un rato.

No voy a cuestionarlo, digo... Si alguien puede hacerlo por mí, y no me importa el dinero, ¿por qué no?

Me despedí de forma cordial del señor, contrario a mi compañero. El cual salió con la caja apenas pudo.

...

—¿Qué haces?- Interrogué, a Zakko. Quien estaba en el suelo apoyado en la pared.

Su mirada estaba perdida. Cualquiera que lo viera con las pintas que lleva pensaría que es un vagabundo, solo le falta barba.

—Creo que no me la puedo.- Aseguró.

—¿El qué?

—La caja.

Yo no le podía imaginar, para mí no estaba tan pesada. De hecho, cuando dijo eso, empecé a levantarla y agitarla. No cabía en mi mente el que cualquier persona no pudiese sujetarla.

—¿En serio?- Pregunté, porque... en serio no lo procesaba. Para mí que él quiere que lleve ambas.

—Bueno, puedo...- Dijo de una manera que me hizo esperar el remate.

—Puedes...

—Si hacemos pausas.

Escuché eso, y miré al cielo. Con un poco de coraje decidí intentar llevar ambas. Puse una encima de otra y las levanté, de verdad no pesaba tanto.

—¿Estás seguro?- Él puso en duda.

—Sí. Da igual, si no puedo las llevas tú.

Él volvió a hacer esa mirada juzgadora que lleva haciendo desde antes.

El espectáculo que hizo para no llevar un paquete que no pesa nada al menos consiguió que el dueño de la tienda nos alcanzara antes de irnos muy lejos. Forzó la voz para entregarnos un mapa. Zakko se acercó y lo tomó, esta vez agradeciéndole a él por ser amable y despidiéndose como la gente.

Una vez listos para el trayecto, nos dirigimos. Yo cargando los paquetes y él con el mapa. Estaba cada vez más yendo hacia otro plano mental, lo único que evitaba que me durmiera era el peso que cargaba. Eso, y los diálogos de mi compañero el Kkoza... suena gracioso al revés...

—¡Oye!- Zakko vociferó.

—¿Ah? ¿Qué pasa...?- Fui despertado sin ser despertado, es algo extraño.

—Teníamos que doblar.- Afirmó apuntando hacia atrás.

—Claro, perdón.- Dije, entre bostezos.

No prestaba tanta atención por dónde íbamos, mi mirada se hallaba fija en las cajas, y mis pensamientos divagando cada vez más.

—Oye...- Se me ocurrió preguntar algo.

—¿Qué?

—¿Por qué estamos haciendo esto...?- Destapé mi queja, pues comenzaba a arrepentirme de haber aceptado.

Él me miró sin decir nada. O eso creo, estaba lo suficientemente lejos como para no verle la cara. Pero lleva haciendo eso desde hoy.

—Es para Yaku.- Contestó.

—¿Ah?

—¿No te parece... rara?- Se acercó lo mínimo a mí, como para ahora poder ver que apuntaba a su cabello a su vez que cuestionaba.

—Eh... ¿no?

El slime volvió a... no, ya en serio. Se vuelve molesto.

—¿Por qué miras tanto... así?

—Estoy intentando animarme para pedirte perdón.

—¿Qué? ¿Por qué?- Me tomó por sorpresa.

—No pareces muy... feliz haciendo esto.

Repensé la escena.

—Nah, no te preocupes. Me acostumbraré...- En realidad me gustaría no acostumbrarme, me muero de sueño y de hambre y de todo. Estoy a punto de caer desmayado y... bueno. Solo no querría molestarme con él hasta tener confianza.

Nos callamos un rato luego de eso. Por suerte, hacía un fresco agradable. No llegaba al punto de provocar frío, pero sí al de ser satisfactorio.

Tras un tiempo, iniciaba a resultar pesado cargar ambas cajas y Zakko lo notó.

—¿Quieres que lleve una?- Ofreció.

—Me da igual. Tampoco quiero obligarte ni nada.

Él guardó el mapa y se acercó para recoger una. Intentó disimular el que no se la podía. Pero eso, intentó. Uno se da cuenta.

Sin embargo dejé que la llevara para que no se culpe de más. Fijándome en su rostro tenía pinta de querer morirse por haberme pedido un favor.

Tampoco entiendo porqué, no creo haber sido tan demostrativo... ni siquiera me quejé en voz alta para empezar.

—¿Qué... te parece este lugar?- Interrogó, queriendo sacar tema.

Ahí fue cuando me fijé. Las casas de este sitio a mi vista eran más grandes que las de cerca del gremio. También se veían mejor cuidadas. Veía casas y bastante tipos de locales. Casi ninguno abierto pero es por una obvia razón.

No sé qué tan lejos estamos, no estuve prestando atención a... casi nada. Aunque he de decir que eso me permitió omitir la mayoría del camino, por lo que ojalá vuelva a pasar.

Zakko se detuvo un momento para dejar la caja en el suelo y sacar el mapa. 

Se mantuvo el tiempo idóneo observando el mapa para que yo comience a dudar.

—¿Qué?- Volví oral mi duda.

—Podría llegar a estar ocurriendo la situación en la que...

—¿En la que qué?- Interpelé.

—... tengamos que devolvernos un poco.

—¿Por qué la haces tan larga?- Comentario reaccionario de mi parte.

Tras eso nos devolvimos un par de casas, y nos detuvimos en una pequeña casa en comparación al resto. Tenía unas escaleras de tres peldaños que llevaban a la puerta y una ventana a un costado.

Parecía una típica casa que dibujaría un niño pequeño, pero... quizá el techo es un poco diferente...

—¡Kairo!- Gritó sonando molesto mi compañero de grupo de aventuras en este mundo diferente al que pertenezco. O pertenecía.

—¿Qué?- Interrogué.

—Entrega la caja.

Me dijo eso e hice un pestañeo fuerte. Me di cuenta que había una señora con la puerta abierta esperando. Tuve que disculparme y entregar el paquete. Nos dieron el dinero, y nos largamos. 

La cabeza iniciaba a darme vueltas. Si no me desmayo en el camino será un milagro que espero poder agradecer.

Observando a aquel chico que me incitó a aceptar ir a una misión sin apenas dormir en la que tuvimos que dar una larga caminata, me di cuenta que no respondió una de mis importantes dudas.

—¿Nkrfsdnañefkdsa?

...

—¿... Qué?- Cuestionó Zakko, volteando a verme con angustia.

Mientras andábamos él se mantuvo con la mirada encima de mí, seguro que preocupado y rogando que no me desmaye para no tener que hacerse cargo de mi cuerpo. Diciéndolo así pareciese que me fuese a morir. Sería increíble.

Apenas podía mantener abiertos los ojos. Hubo un momento en el que al abrirlos comencé a ver cosas... raras. Cada pestañeo era algo diferente. Así, hasta que volví a ver el brillo que reconozco por ser el mismo de la primera cosa que vi al aparecer en este mundo. 

Se avistaba hasta el fondo del largo pasaje. En mi mente se oían ecos de voces, y aumentaban cada paso que daba. Sentí que estaba volviéndome loco, pero quería alcanzar ese brillo.

Por mi mente pasaron muchas cosas, pero en lo único que podía centrar mi atención era avanzar más rápido... aunque... por alguna razón...

¿Estoy sintiendo... una presión en el estómago...?

—¡Au! ¿¡Qué!?- Veo hacia todas las direcciones, pero solo encuentro a Zakko con el puño sospechosamente cerrado y bastante visible apuntando en mi dirección a la altura de mi estómago... —¿¡Qué te pasa!?

Él reaccionó desconcertado.

—¿Te dolió?- Interrogó de inmediato.

—¡Obvio que sí! ¿¡Por qué carajos no iba a dolerme!?- Me quejaba, sobando mi estómago. Al levantar la cabeza vi cómo Zakko... ¿agitaba el puño en celebración? —¡Te estoy diciendo que me dolió! ¿¡Por qué celebras, desgraciado!?

Unos segundos de sobadita me hizo analizar que el dolor fue genuino, mas tampoco para tanto. Fue mucho más impactante el susto, solo que no se lo iba a decir.

—¿Ya?- El slime estaba esperándome, pues puede ser que haya exagerado un poco.

—Sí, ya.

—Eso fue porque comenzaste a decir cosas raras, a caminar y a mirar fijo este cartel.

Apuntó a un cartel que estaba casi en mi cara que era una calca exacta de la calle, y claro, era un cartel de la calle. Podía leer lo que decía para mi sorpresa. Ponía... o sea, puedo leerlo como letras pero no sé qué dice.

"Hweszen" Decía, con una letra grande de color verde bordeada y el dibujo grande. No entiendo porqué alguien dejaría esto aquí. Por suerte se me olvidará apenas me voltee.

Cosa que hice, para regresar junto a Zakko y poder dormir. 

Recorrimos un largo camino para salir de ese pueblo. Lo que me hizo darme cuenta que era otro pueblo. No sé en qué momento caminé tanto...

El estómago comenzaba a dolerme de nuevo. Asumo que esta vez es porque me estoy muriendo y no porque estoy recibiendo un golpe, más que nada porque estamos en medio de un bosque y el único que está cerca de mí es Zakko, que tiene ambas manos en el mapa.

—Oye. ¿Qué tan lejos estamos de llegar?- Quise averiguar, acercándome al mapa mientras preguntaba.

—Ah, nosotros estamos aquí.- Contestó, apuntando una parte entre medio de Hweszen y Giruboken. —Creo.- Añadió.

Es gracioso que diga eso a pesar de que estamos de manera literal en medio de ambas aldeas. O bueno, tendría que preocuparme si no.

Cuando vi el mapa noté que estábamos casi en una esquina de algo muy grande. No sé si todo esto es un reino o algo así, yo deduzco que sí debido a cómo ha estado siendo todos estos días. Más genérico no se puede ser.

El reino era bastante grande entonces. Y a saber si ese mapa lo cubre todo, porque no alcancé a leer muchos más nombres, pero bien en el noreste se hallaba algo como una entrada a un castillo gigante. Parecía ser la centralización del reino, supongo. Como la capital.

La mayoría era todo verde, con pueblos colocados pareciese de manera aleatoria. Si eso significa que muchas veces solo serán simples caminatas con todo tipo de flora, no me quejaría.

Por estar divagando tardé en darme cuenta que el sol ya se estaba poniendo. Lo lindo del bosque se dejaba mirar mucho mejor. Hasta regresaba mejor de cómo fui. Como si tuviese un peso menos... Y las manos libres... Eh...

—¿Quieres irte rápido a dormir?- Cuestionó Zakko.

—¿Por qué eso sonó como si no fuese ese el destino principal?

—Porque tenemos que ir a entregar el dinero, y luego la hoja café.- Comentó, sacando la página de la misión. 

Me dejó pensando, mas no tanto tiempo. Decidí ir con él para terminar lo que comencé y dormir más a gusto.

Para mi fortuna ya se divisaba Giruboken. Alcanzamos la tienda, y vimos solamente a la hija en el mostrador.

—¿Y tu...- Zakko se detuvo por algún motivo inidentificable, para hacer señas. 

La chica parece haberle entendido algo, porque apenas él terminó de hacerlas se marchó para una puerta trasera, pareciendo que a buscar algo. Pienso que quizá sea sorda, pero a saber cómo se dio cuenta.

—¿Sabes lenguaje de señas?- Le interrogué impresionado.

—¿Qué? No.- Contestó de inmediato.

...

—¿Entonces...? ¿Por qué hiciste eso?

—Es que... no tengo idea qué sea el señor de ella. Así que no quise acabar la frase por si acaso.

No creo que tenga mucho sentido, pero bueno.

—¿Y cómo te entendió?- Proseguí.

—Yo no estaría tan seguro.

A los minutos regresó con su... ahora me hizo dudar a mí. Podría ser su abuelo o su padre, algo de razón tiene.

—¡Oh, hola, muchachos! Veo que ya regresaron.- Nos saludaba el dueño, quien venía llegando. Percibió el monto de dinero en el mostrador, y se puso a contar mientras nos hablaba.

—Realmente cumplieron, es mi turno. ¿Su hoja café?- Preguntó por la de la misión. Me extraña que le digan hoja café, es como demasiado feo. Para eso mejor ni nombre le hubiesen puesto.

Zakko la pasó, y el señor por lo que pude ver firmó o algo así. Lo que hizo que la hoja pasase a ser un poco más clara con tintes dorados. Muy linda, podría robármela y coleccionarlas.

—¡Muchas gracias! Siempre que quieran pueden venir aquí.- El dueño decía, mientras nosotros nos despedíamos. Me cayó bien, hizo agradable trabajar para él. Ya me veo venir a mucha gente mala onda pidiendo cosas.

¿Esto será como ser repartidor? O taxista. Capaz se parece más a eso. O a cualquier trabajo que dependa de lo bueno que sea el cliente. Son muchos viéndolo así...

Deben de haber misiones del gremio, ¿no? Que pongan ahí sin falta de que alguien lo pida.

De hecho se lo preguntaré.

—Zakko.

—¿Qué?

—Deben de haber misiones del gremio, ¿no? Digo... que pongan ahí sin falta de que alguien las pida.

Él me miró.

—¿Qué me miras?- Encaré.

—¿Yo qué voy a saber? Me hice aventurero al mismo tiempo que tú.

—... Tienes un punto, supongo.

—Considero que debe de haber, de todas formas. Pero no creo que quieras que nos fijemos ahora...- Zakko sonó como si estuviera invitándome a subir un montón de escaleras con sueño para una tontería.

—No... mejor si nos devolvemos pronto.- Rechacé.

—Hm...- Él solo suspiró.

—¿Por qué siento qu-

—¿Te sabe-

Ambos nos interrumpimos. Aunque yo iba a preguntar que porqué sentía que él me iba a preguntar algo, así que mi pregunta queda inválida al haber él hecho su pregunta al mismo tiempo. Algo que seguro él no sabe porque no acabé mi pregunta ya que él hacía su pregunta.

Pregunta.

—¿Te sabes el camino a casa?- Insistió primero con su... interrogación que se hace para que alguien responda...

—No.- Fui honesto.

—¿En serio? ¿No sabrías llegar desde el gremio?

—Bueno, desde el gremio sí, pero... no estamos en el gremio.

Estábamos cerca de algo parecido a una iglesia, pero no lo era. Me suena de haber pasado por aquí cuando fuimos por el paseo turístico, pero no sabría hacer un mapa mental.

—Entonces te llevaré al gremio y te puedes ir solo.- Sugirió.

—¿Por qué? ¿Qué vas a hacer tú?- No es que me importe mucho, pero me da curiosidad saber porqué.

—Pues voy a conseguir el dinero, y a gastarlo poco después.

—¿En qué?

—En... no sé, una capucha o algo así.

Me dejó pensando.

—¿Por... qué?- No entendía la necesidad de algo así. Si no me decía una razón que yo crea merecedora del dinero, voy a noquearlo y a robárselo.

—Para Yaku.

Bueno, no comprendo su motivación, no sé si es merecedora o no...

Ah, creo que me hago una idea.

—¿Es por lo que decías de si me parecía rara apuntando a tu cabeza?- Puse en duda.

—... Sí.- Asintió con la cabeza.

—¿Por qué tardaste en afirmar?

—No lo hice.

—Estoy seguro de que lo hiciste.

—Tienes sueño.

—Sí, pero no tiene que ver. Lo hiciste.

—No.

...

—Bueno, pero... ¿me vas a decir porqué? De verdad no tengo idea.

Él miró hacia los costados y se acercó más a mí para decírmelo.

—No tengo mucha idea, pero ella me contó una vez que pasó algo con una chica albina en... ¿La realeza? Si no fue ahí algo muy importante.

—¿... Y? ¿Es eso solo? No creo que se la vayan a llevar solo por verla con el pelo blanco.- Afirmé.

—Ya, pero ella llegó precisamente por eso a estar donde está. Ya le he dicho yo que al menos por acá no le pasará nada, pero no me cree.- Se detuvo mientras contaba. Ya se distinguía el gremio a lo lejos. 

—Me gustaría que salga. Por eso quería hacer esto, y no lo hubiese podido hacer sin tu ayuda. Gracias.- Agradeció, valga la redundancia.

Estoy seguro de que lo hubiese hecho de todas formas. Con otra misión o con más dificultad, pero viendo cómo me cuenta esto, lo habría hecho igual.

No se me fue el sueño, pero eso que me contó me dejó pensativo. Sobre todo por la parte de que llevo desde que llegué divisando a una mujer de pelo blanco con aura rara cada equis tiempo.

Es obvio, supongo, que ella es. Imagino que ella me trajo aquí, por lo que debe de poder responder mis consultas. 

Él subió al gremio a dejar la hoja... no voy a decir su nombre hasta que me acostumbre a lo feo que es. Pero la hoja de la misión. No lo acompañé porque me daba demasiada pereza, por lo que me senté en un escalón.

Total, tarde o temprano sabré cómo se hace.

Él salió luego de un buen rato. Yo estaba que me dormía. Me preguntó si me quería ir ya a dormir, y en realidad sí quería solo que le dije que no. Lo acompañé hasta una tienda cercana, y agarró la primera capucha que encontró. Era una café con líneas rojas las cuales es muy posible que signifiquen algo que no entiendo por no ser de aquí.

Ya se hizo la mañana. Nosotros apenas nos estábamos regresando al lugar con el pedazo de torre de castillo destruido donde nos quedamos. Por suerte para mi desafortunada persona, la peliverde seguía dormida y no iba a molestar. Apenas llegamos me tiré al piso.

Nunca el pasto fue tan reconfortante... aunque necesito una cama antes de que me vuelva loco.

—Descansa, y gracias otra vez.- Se despedía Zakko, antes de bajar a la mazmorra esa.

Yo me despedí con la mano, queriendo conciliar el sueño lo antes posible.

Ojalá no me despierten...