```plaintext
—¡Oberon, tú bastardo desvergonzado! —gritó Félix lleno de ira—. ¡Primero intentaste matar a tu propia esposa! ¿Y ahora qué? ¿Vas a matar a tus hijos también?
—Así que esa es la historia que esa perra se inventó, huh... —comentó Oberon.
—¿¡Inventado!? ¡Maldito bastardo! ¡Te atreves a decir esas palabra... —Félix quería gritar de furia, sin embargo, de repente, su cuerpo se congeló.
Atado por estas cadenas, actualmente no era diferente de un mortal sin fuerza. Para un Cultivador de la Etapa Divina como Oberon, controlar su cuerpo usando Mana no era nada difícil.
—No creas que te permitiré faltarme al respeto solo porque eres ignorante y te dejas engañar por esa perra. La idiotez no es una excusa —habló Oberon con una mirada fría en su rostro.
Un aura temible irradiaba de su cuerpo, un Aura que suprimía tanto a Rune como a Félix. Y Félix, que actualmente no tenía fuerzas, abrió los ojos de par en par mientras agarraba su garganta.
—¡Kwaaakkk!