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El tiempo pasó y cayó la tarde, Nux notó que era hora de que la vizcondesa regresara de su oficina. No sabía la hora exacta de su regreso, pero como no tenía nada más que hacer, se levantó y caminó hacia la habitación de la vizcondesa.
Había investigado y se enteró de que el esposo de la vizcondesa había muerto y que su único hijo vive en la Academia Real y rara vez regresa a casa.
Sí, un camino despejado por delante.
Riendo para sus adentros, apareció frente a la habitación de la vizcondesa, notando que ella aún no había regresado, decidió sentarse frente a la habitación y esperarla.
...
—¿Nux? ¿Qué haces aquí? —preguntó Felberta sorprendida al ver a Nux sentado frente a su habitación.
Había dos criadas detrás de ella que también miraban a Nux con rostros curiosos.
—O-Oh, nada s-señora, solo p-pensé que estarías cansada después de trabajar tanto tiempo, así que decidí venir aquí y ver si había algo con lo que pudiera ayudarte... —tartamudeó Nux al responder, por supuesto, no olvidó echar un vistazo a su rostro antes de bajar la mirada avergonzado y con un ligero sonrojo.
Pareciendo complacida con su respuesta, la vizcondesa sonrió y preguntó:
—¿Oh? ¿Y con qué me ayudarías?
—P-Puedo darte un m-masaje en los hombros… te ayudará a r-relajarte... —respondió Nux, manteniendo la mirada hacia abajo.
La vizcondesa se rió ante las intensas ganas de burlarse de este chico que surgieron en su interior. Caminó hacia Nux con una sonrisa encantadora, su rostro, a medio dedo de distancia del de Nux, y preguntó.
—¿Por qué miras hacia abajo? ¿Soy demasiado fea para que me mires?
—¡No! ¡Eres demasiado hermosa! ¡Ahh! Q-Quiero decir no, no es eso, no quiero decir que eres hermosa pero pero um mmm... —Nux entró en pánico cuando levantó la vista y notó que su rostro estaba demasiado cerca del suyo, intentó retroceder pero resbaló y cayó al suelo; sin poder encontrar una explicación, decidió mantener la mirada en el suelo.
Al ver esto, no solo la vizcondesa, incluso las dos criadas que la seguían se rieron, la vizcondesa sonrió mientras se agachaba frente a Nux y le preguntó.
—¿Me estás diciendo que no soy hermosa?
—N-No
—¿Entonces piensas que soy hermosa?
—Sí
La sonrisa de la vizcondesa se ensanchó mientras preguntaba,
—¿Me estás coqueteando?
—¡N-No! No lo decía de e-esa manera! ¡Y-Yo...!
—¡Jajaja! —Al ver la expresión aturullada de su rostro, la vizcondesa se rió a carcajadas antes de darle un golpecito en la frente para llamar su atención y responder—. Está bien, no tienes por qué ponerte tan nervioso, solo te estaba tomando el pelo. En cuanto a lo de masajearme, bueno, ¿a qué estás esperando? Sígueme.
Diciendo esto, la vizcondesa se levantó y entró a su habitación con una mirada muy satisfecha en su rostro, Nux también la siguió obediente a su habitación.
Por supuesto, nadie notó esa pequeña sonrisa imperceptible en su rostro.
Una sonrisa depredadora.
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