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—Oye, Edda, ¿qué tal si te conviertes en mi juguete personal de placer? Un mero objeto cuyo único propósito de existencia es satisfacer todas mis necesidades sexuales. ¿Hmm? ¿Qué te parece? —El cuerpo entero de Edda se contrajo extrañamente al oír sus palabras, pero antes de que pudiera pensar qué responder, Nux empezó a aumentar su velocidad otra vez. Sin embargo, la tasa a la que su velocidad crecía era muy lenta. Esto la llenaba de una sensación de frustración y anticipación...
*Pat*
Pronto, sin embargo, su mente se despertó con un sobresalto cuando Nux le dio otra palmada en el pezón. Un extraño placer asaltó su cuerpo pero antes de que pudiera saborearlo, escuchó su voz.