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La mañana siguiente, Nux sonrió al ver a Edda de pie frente a él, llevando el vestido de color rosa que le había regalado hacía dos días.
El vestido combinaba bien con sus ojos rosa-morado, y el contraste entre su cabello blanco-rosa y su piel bronceada la hacía lucir muy encantadora.
—No sé cuántas veces te he dicho ya esto, pero Edda, te ves deslumbrante, especialmente con ese vestido —Nux elogió.
Estaba muy orgulloso de su elección cuando lo rob... compró el vestido, ya que iba tan bien con sus ojos.
Luego extendió su mano hacia ella con una sonrisa gentil, un ligero rubor apareció en la cara de Edda antes de que tomara su mano y respondiera.
—También te ves tan guapo como siempre... —dijo ella.
—Gracias~ Entonces, ¿subimos al carruaje? —preguntó Nux.
—¿Carruaje? —Edda murmuró sorprendida.
—No podemos disfrutar nuestra cita aquí en esta ciudad, Edda. Hay muchos ojos aquí —respondió Nux.