—Turnos para tener sexo, por supuesto —respondió Thyra con una mirada seria en su rostro.
Ella estaba apostando todo.
—Astaria finalmente entendió por qué las mujeres actuaban de esta manera, sin embargo, ¿crees que esto es suficiente? —Al oír esa pregunta, las mujeres abrieron sus ojos de nuevo, esta vez incluso Amaya tenía una expresión ligeramente sorprendida en su rostro.
—¿Qué pasó? —Astaria frunció el ceño.
No entendía cómo este ambiente serio de repente se volvió tan... extraño.
Las mujeres empezaron a mirarse unas a otras y fruncieron el ceño.
—¿Quizás no le gustó? —Ámbar fue la primera en hablar.
Las otras mujeres la miraron con expresiones inexpresivas en sus rostros.
—¿De verdad crees que es posible? —Felberta fue la primera en cuestionar.
—Quiero decir... ella es un Emperador... podría ser alguien que simplemente no lo siente... —Ámbar defendió su afirmación.
—¿Estás segura de que espiamos la misma cosa? —Felberta cuestionó.