—Madre —Amaya llamó.
—¿Hmm? ¿Qué pasa? —preguntó Riona.
—No te gusta él, ¿verdad? —Amaya preguntó.
—Ya te lo dije, ¿no? No me gusta —Riona suspiró interiormente y luego respondió.
—Bien… —Amaya se quedó en silencio.
—¿Cuántas veces me vas a hacer la misma pregunta? Hasta usaste el Sello de Esclavo —Riona preguntó.
—Solo lo hice la primera vez, cuando estaba haciendo todas las preguntas —Amaya se defendió.
—Está bien, pero todavía me preguntas regularmente sobre eso, ¿no es así? ¿No confías en tu encantadora madre? —preguntó Riona.
—No es eso —Amaya respondió.
Luego miró a Nux por un rato y luego estrechó sus ojos:
—Ese bastardo es un imán. Atrae mujeres dondequiera que va. Es como una extraña enfermedad suya. Así que tengo que asegurarme regularmente de que todo esté bien. Puedes pensar en esto como un chequeo médico regular.
—Realmente no confías en tu madre, ¿verdad? —Riona hizo un puchero.