—*Toc* *Toc* *Toc* —Un hombre vestido con ropa negra llamó a la puerta.
—¿Por qué diablos estás llamando? Simplemente derriba las puertas. —De repente, escuchó una orden y asintió.
—Como ordene, Reina Evane. —Entonces el hombre pateó la puerta y, *Bam*, la puerta fue derribada.
—Entra. —Tan pronto como Evane dio la orden, 6 hombres vestidos con ropa negra irrumpieron en la habitación.
—¿Q-Qué? ¿Qué está pasando? ¿Cómo se atreven a irrumpir en mi habitación así? ¿Creen que podrán sa- ¡¿Princesa Evane!? —El dueño de la habitación, que acababa de tomar un baño, salió de su baño con una bata y con una mirada de enojo en su rostro. Sin embargo, en cuanto puso sus ojos en Evane, se ensancharon sorprendidos.
—¡P-Princesa Evane! ¿Qué la trae al lugar de este humilde sirviente? Podría haberme convocado si necesitaba algo, ¿por qué se molestó en venir aquí? —A pesar de su confusión, el hombre no dejó que eso afectara su juicio y preguntó cortésmente.