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—Todos, cálmense, nadie se moverá, escuchen lo que digo, de lo contrario, no nos culpen por ser crueles —el hombre que dirigía la Unidad de Soldados ordenó.
—Señor, ¡no nos están escuchando en absoluto!
—¡Hmp! ¿Por qué se alarman tanto por una cabecita? Si están tan asustados, necesito usar este miedo a mi favor. Guardias, decapiten a cualquiera que se atreva a desobedecer. Tienen mi permiso —tan pronto como se dio esta orden, 3 cabezas más cayeron al suelo.
—…
Esta vez, nadie gritó. Toda el área se quedó en silencio.
—Repetiré. Nadie se mueve. Si alguien se atreve a desobedecer mis palabras, se encontrará con un destino similar.
—…
Todo el mundo se quedó en silencio. Con una mirada satisfecha en su rostro, el Jefe de la Guardia continuó,