—¿Cómo supiste? —Arvina preguntó con una mirada de shock, casi horrorizada.
—¿Hmm? Te lo dije, ¿no? Nux me lo contó. —Ember se encogió de hombros, sin importarle en lo más mínimo la mirada impactada de Arvina.
—¿Cómo? ¡Él estaba justo delante de mí! —Arvina no lo aceptaba.
—Te lo dije antes, ¿no, Maestra? Los amantes tienen una conexión del corazón entre ellos, pueden comunicarse entre sí sin importar la distancia. —Ember rió entre dientes.
—¡No me engañes! ¡Nunca he oído hablar de algo así! —Arvina estaba incrédula.
—Bueno, nunca has conocido a verdaderos amantes, ¿verdad? —Ember rió entre dientes.
—Quiero decir, la mayoría de las parejas que conociste o fueron forzadas por sus familias, querían el estatus o trataban de matarse entre sí.
Tu propia relación tampoco es diferente ahora, ¿verdad? —Arvina se quedó en silencio.
Solo miró a Nux y Ember sonriéndose el uno al otro y estrechó sus ojos.
—¿Nos vamos ya? —Ember preguntó mientras miraba a Arvina.