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—Esto es un problema... —murmuró el Subgeneral Laurence.
—¿Por qué tengo la sensación de que el Dinasta se está tomando las cosas demasiado a la ligera? —murmuró otro Subgeneral.
—Porque es un idiota, no entiende cuán seria es esta situación.
—Puede que sea un idiota, pero ¿qué pasa con sus ministros? ¿Ellos también son idiotas?
—Bueno, mientras el Dinasta no esté de acuerdo, los ministros no pueden hacer nada.
—Pero ¿¡10 espías de Etapa Principiante!? ¿¡Esa es toda la ayuda que podían ofrecer!?
—¿Cómo esperan que logremos algún resultado con una fuerza como esta? ¿Creen que no tenemos espías de Etapa Principiante bajo nuestro mando? ¿Están tratando de burlarse de nosotros?
—No tiene sentido discutir esto ahora mismo. —La sala quedó en silencio cuando Ember habló y todos la miraron con semblantes solemnes en sus rostros. Viendo que había logrado captar su atención, Ember continuó.