Después de que los soldados hicieran una tienda para Nux y Thyra, él saludó y luego se fue.
El subgeneral, aún amargado por lo que había sucedido antes, tampoco dijo nada y también se fue.
Ahora, solo quedaban Nux y Thyra.
—Hehe~ ¿Vamos a otra ronda? —preguntó Nux con una sonrisa juguetona en su rostro.
Sin embargo, Thyra negó con la cabeza.
—No olvides para qué estamos aquí .
—¿Eh? Pero si aquí no hay guerras, ¿no estamos libres hasta que comience la próxima batalla? —preguntó Nux confundido.
—No estamos aquí solo por la guerra, estamos aquí para continuar con tu entrenamiento .
—Ah, pensé que continuaríamos mi entrenamiento mientras estuviéramos en el campo de batalla —murmuró Nux.
—De ninguna manera permitiría que entraras al campo de batalla como eres ahora —murmuró Thyra con una mirada solemne en su rostro.
—¿Eh? ¿Por qué no? —Nux frunció el ceño.
—Primero tienes que acostumbrarte a matar .
El ceño de Nux se acentuó aún más.