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—Alto.
La sirvienta, que caminaba hacia la habitación de Allura arrastrando una mesa que tenía encima la tetera de la tarde de Allura, fue detenida por alguien.
La sirvienta frunció el ceño, luego levantó la cabeza y miró al hombre que llevaba un abrigo formal negro sobre una camisa blanca, sus cabellos eran un poco blancos, mostrando que la edad lo estaba alcanzando, sin embargo, su postura era recta y llena de fuerza.
La sirvienta conocía a este hombre; era Bruce, el guardaespaldas de la Señorita Allura.
—¿Qué sucede, Sir Bruce? —la sirvienta preguntó respetuosamente.
—No puedes entrar, la Señorita Allura está ocupada en este momento —informó Bruce.
—Pero el té...
—No tienes que preocuparte por eso, simplemente deja la mesa aquí, puedes regresar después a la hora acordada —instruyó Bruce.
—Como diga, Sir Bruce.
La sirvienta asintió y luego, tras una leve reverencia, se dio la vuelta.
Mientras se alejaba, la sirvienta comenzó a pensar.
