—(R-18)
—Ves, tengo la costumbre de empotrar mujeres cuando me aburro.
¡Pahh! ¡Pah! ¡Pah!
Jake sujetó a la primera esposa del alcalde contra el sofá y le desgarró la concha frente a todos. El acto era crudo y sin vergüenza.
Una fuerza invisible apartaba a cualquiera que intentara detenerlo. No podían hacer otra cosa que mirar.
—¿¡Qué está haciendo?!
—¡No, mamá!
Las criadas y las hijas del alcalde se giraron y se taparon los ojos. Pero aun así, solo el ser conscientes de lo que sucedía les hacía sentir incómodas.
—¡A-Annh! ¡Ah! S-Sí, más... ¡Annh!
Al oír a Lydia gemir pidiendo más, los sirvientes se esforzaban en no abrir los ojos. Pero sus cuerpos inferiores los traicionaban.
—¡Detén esto! ¡Lombard, haz algo! —Lynn gritó, caminando hacia su esposo.
Su toalla se deslizó de repente, mostrando completamente su cuerpo desnudo. Recogiéndola rápidamente, chilló y se envolvió con ella.
