Jake se acercó a Minerva. Sacó una poción de sanación de su inventario, abrió el corcho de la botella y metió su larga lengua dentro.
La revitalizada mujer zombi encontró esa escena particularmente confusa. Con la poción de sanación en su lengua, Jake se acercó y le lamió la mejilla sin advertencia alguna.
—¡Hey! —Minerva lo miró fijamente. Pero cuando su corte comenzó a desaparecer, ya no le importó tanto.
Jake sostuvo su barbilla, inclinó la cabeza y rió entre dientes. —Mi pequeña bruja ha colocado trampas en los pisos séptimo y octavo. Sé cómo atrapar a esa zorra.
—¿Te refieres a... Irene, la elfa? —Minerva frunció los labios y entrecerró los ojos.
Jake asintió y se giró. Pasó dos pociones de sanación a Ash y habló.
—Esa asesina estará aquí pronto. Ha sido contratada para matarnos, matarte especialmente a ti. —Jake miró a Minerva, que rodó los ojos furiosa. Se veía más hermosa haciendo esa expresión.