—¿Cómo le va a poner de nombre, maestro? —preguntó Lena desde atrás.
Jake la miró y luego giró la cabeza. Su actitud hizo que pusiera morros. A Jake no le importaba. De todas formas, lo oiría en unos segundos.
Cerrando los ojos, Jake extendió su mano derecha. Su núcleo de mana y el núcleo del calabozo se conectaron con finos hilos de mana maligno que se escapaban de sus dedos.
Jake imaginó la estructura completa del calabozo en su mente y habló con autoridad.
—De ahora en adelante, este lugar se llamará la Mazmorra del Pecado.
Todas las criaturas dentro de la mazmorra oyeron su voz. Los seres inteligentes reconocieron su voz inmediatamente, mientras que los monstruos menos inteligentes se sobresaltaron.
—¡Eso parece más un título que un nombre! —Lena aleteó sus alas y gritó con una voz adorable.
—Cállate —Jake pellizcó con dos dedos y se los mostró a ella.