El Emperador Jotun reapareció en la Posada, para entregar una vez más un mensaje al Posadero. Por alguna razón, se había convertido en el mensajero dedicado entre los Henali y el Posadero, al menos en lo que respecta a los asuntos actuales.
Esperaba que este asunto concluyera pronto, después de todo, no solo tenía sus propios asuntos que atender, sino que tampoco disfrutaba de estar constantemente antagonizando a un Daolord. Comprendía bien que, incluso si el Posadero estaba disgustado, podría aniquilar completamente su imperio, pero como mucho recibiría un golpe en la muñeca, un castigo simbólico a lo sumo. Eso es lo que significaba ser un Daolord.
Por no mencionar algo tan insignificante como la extinción de un imperio menor, incluso en una guerra total entre la civilización de los Señores Supremos, la muerte real de un Daolord era rara.
