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Lex se sentó en la silla de su oficina y se permitió sentir su conexión con el sistema profundizarse por un momento. Un rápido escaneo de la Posada le indicó que todo estaba bien, o al menos tanto como podría estarlo.
Cien millones de personas no podían ser acomodadas en un espacio pequeño, y una extensión interminable de carpas cubría gran parte del paisaje de la Posada. Además de tanta gente llegaban otros problemas, muchos de los cuales eran manejables, pero algunos eran completamente inaceptables.
Las peleas, discusiones y pequeños conflictos no dejaban de surgir entre la multitud, lo cual a Lex no le importaba demasiado siempre y cuando no se intensificaran y se resolvieran a tiempo. Lo que Lex no toleraba absolutamente era la micción y defecación públicas.