En el momento en que Lex pisó el segundo piso, un par de cosas ocurrieron. Primero, un conocimiento esotérico sobre cómo usar las formas apropiadas al lanzar puñetazos producía diferentes resultados apareció en su cabeza. Segundo, su intuición empezó a sonar alertándole del peligro inminente.
Pero a estas alturas Lex ya se había acostumbrado bastante a las emergencias. Su reacción fue rápida pero suave, y carecía de la brusquedad que acompaña el esquivar un ataque inesperado.
Se inclinó hacia adelante lo justo para esquivar una hoja delgada como papel que había intentado cortar la parte trasera de su cuello. El hecho de que Lex sintiera la necesidad de esquivar significaba que la hoja era lo suficientemente afilada como para cortar a través de sus defensas.