No hubo explosión. No existió una fuerza de erupción que pudiera abrir la tierra bajo la cual estaban enterrados los barriles, ni un estruendo que advirtiera a quienes estaban cerca del peligro inminente. Sin embargo, el peligro aún estaba presente y, posiblemente, era incluso más letal que una explosión.
La abrupta huida de Lex atrajo inmediatamente la atención, y todos los guardias y soldados se centraron en él, como si fuera un criminal. Tan pronto como se movió, algunos de los soldados comenzaron a moverse para interceptarlo, pero, ¿era Lex alguien que se dejara acorralar fácilmente?
Antes, habría confiado solo en sus instintos para guiarlo, pero en este momento, donde su cuerpo estaba tenso al máximo para sobrevivir, comenzó a notar todos los nuevos cambios en él.
