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Alexander Morrison estaba sentado solo y reflexionando sobre el destino. No sabía si existía, y no había una respuesta real ni siquiera con el Imperio Jotun. Había oído algunas menciones extrañas del término destino, pero aun así nunca había logrado obtener ninguna perspectiva sobre su existencia.
Pero si el destino, o la suerte, o cualquier otra cosa existía, era algo muy extraño. Era algo más allá de su comprensión, genuinamente. Alguien podía nacer con tanto, solo para descubrir que todo lo que tiene en realidad no vale tanto. O a veces, en la vida no pasaba nada significativo por mucho tiempo, y cuando los eventos importantes comenzaban a suceder, todos ocurrían al mismo tiempo.