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La habitación estaba muy quieta y ni siquiera se podía oír el sonido de la respiración. Todos contenían el aliento mientras escuchaban en silencio a Lex, pero no se atrevían ni a mirarlo. ¡Estaban seguros de que este hombre estaba a punto de morir!
—Es algo extraño, ¿no es así? Ser prisionero de tu propia mente, pero tener la ilusión de que eres libre. Apuesto a que siempre haces todo exactamente de la misma manera y piensas que has diseñado el sistema más eficiente, pero la verdad es que tienes que hacer las cosas exactamente como a tu mente le gusta.
—Tienes tus cartas en la mano izquierda, pero siempre las seleccionas con la derecha. Me imagino que cuando te pones guantes, siempre te pones primero el del mano derecha.
Por primera vez, hubo fluctuaciones rápidas en los números sobre la cabeza del Game Master, y Lex sabía que iba por buen camino. Tenía que presionarlo, solo lo suficiente.