—¿Una maldición? —repitió Noman, sorprendido. Lo más aterrador era que podía decir que Lex no estaba mintiendo. Además, la reacción de todos le decía que ellos también le creían.
—Bueno, para ser específico, no sé si es una maldición o una técnica o algo, pero sí, definitivamente alguien te ha hecho algo. En cuanto a lo del rastreo, también es pura conjetura mía, pero tiene sentido. Si yo estuviera secuestrándote, y me acercase lo suficiente para marcarte, definitivamente dejaría algún tipo de rastreador en ti también.
Noman frunció el ceño pero se relajó tan rápidamente como se tensó. Se recostó cómodamente en su silla y dijo:
—Bueno, de todos modos, no tenía planes de dejar la Posada pronto. Si tienen las agallas de intentar secuestrarme aquí, digo que lo intenten.