Ragnar no dejaba traslucir sus emociones en su rostro, pero su mente estaba extremadamente turbulenta. Como hombre que había dedicado toda su vida a la raza humana, una de las cosas que más odiaba eran los demonios, diablos y otras razas que por alguna razón se cebaban con los humanos.
Pero la cosa que sin un ápice de duda más odiaba eran los humanos que traicionaban a la raza humana. Entendía que siempre habría conflictos e intereses, y que los humanos nunca podrían ser completamente pacíficos entre sí. Era algo natural. Sin embargo, había una diferencia entre luchar contra otros humanos por un conflicto de intereses y traicionarlos para obtener beneficios de otra raza.
Sabía, desafortunadamente, que tan despreciable como era esto, aún era prevalente en los humanos. Simplemente nunca imaginó que se enfrentaría a ello en un nivel tan alto.