—Esto no es parte de nuestro trato —dijo José con cautela, mientras observaba al príncipe heredero de Hum. Habían pasado unos días desde su último encuentro y José estaba ocupado atendiendo asuntos, aún intentando comprender exactamente cómo o por qué la formación había perdido el control.
Sin embargo, a pesar de que había sido poco tiempo, el cambio en su comportamiento era enorme. Ya no tenía la apariencia de un niño enfermizo, moviéndose perezosamente para realizar una tarea tediosa. Ahora era un hombre erguido y con fuego en los ojos. Todo, desde su aspecto hasta su expresión, su voz e incluso sus acciones parecían haber cambiado. Anteriormente indiferente al mundo, ahora cada una de sus acciones estaba llena de propósito.